Sindicales

1/6/2006|948

Los técnicos aeronáuticos no fuimos a la Plaza

delegado AR (Técnicos Aeronáuticos)

Los técnicos aeronáuticos podemos contar una experiencia política con Kirchner. En 2001, durante el gobierno de De la Rúa, el entonces gobernador de Santa Cruz intentaba armar su base sindical. Durante la huelga de nueve días del 2001-Kirchner apareció en los hangares de Aerolíneas Argentinas en Ezeiza. Vino junto a Cirielli, en ese momento secretario general de Apta (Técnicos Aeronáuticos). Recorrió los sectores de trabajo; se comprometió a intervenir por la continuidad de la empresa, que estaba quebrada, y por su nacionalización, o sea, su pase a manos de capitales argentinos. También asistió el “compañero” Moyano a una reunión de delegados y comisión directiva en la que, textualmente, dijo: “compañeros, ustedes le están mostrando a los trabajadores el camino de la lucha”. Los trabajadores saludaron esperanzados estas iniciativas.

 

 

Ahora Kirchner es Presidente. Puso a Cirielli como subsecretario de Transporte Aéreo. Tiene a Moyano como aliado. Cuatro años después de aquella visita, la empresa continúa en manos de capitales españoles, su deuda es enorme y registra un vaciamiento sin precedentes. Los salarios apenas superan la canasta de pobreza.

 

 

Hace diez meses resolvimos en asamblea un plan de lucha por el 75% de recomposición salarial. Hicimos movilizaciones y paros en acuerdo con otro sindicato, el de los pilotos (Apla). La comisión directiva, bajo la tutela de Cirielli, creyendo que por tener a los amigos en el gobierno y en la CGT iba a conseguir algo, frenó la lucha y entró en la tregua.

 

 

Los “amigos” le impusieron el techo del 19% y la paz social, y le otorgaron a la empresa el aumento de tarifas y los subsidios al combustible. Todo eso después de habernos encanado compañeros y meternos el decreto de servicios esenciales (guardias mínimas).

 

 

Con esta enorme presión, llegamos a la asamblea para aceptar o no el acuerdo. La votación fue dividida: la mayoría aceptó.

 

 

Pero tanto la mayoría como la minoría tuvimos en cuenta esta experiencia. A la “fiesta” de la Plaza del 25 no fue ninguno; ni los que votaron por el sí, ni los que votaron por el no.

 

 

Una derrota en lo salarial, pero una victoria política.