Sindicales

12/12/1996|523

Lucha docente en La Matanza

En el transcurso del lunes 18 y el martes 19 de noviembre (durante casi 40 horas), docentes del distrito bajo la dirección del Suteba local ocuparon la jefatura de región.


El objetivo de la “permanencia pacífica” (según el criterio de los medios) fue lograr que baje algún funcionario de la Direccíon General de Escuelas (DGE) para dar la cara ante la situación caótica que implica la aplicación de la resolución 5686. Entre otras cosas se obliga a los docentes de primer año a renunciar a su condición de profesores de media. Sin poder solucionar el drama de la articulación (verdadera desarticulación educativa), se intenta reubicar a los docentes en supuestos octavos. Los inspectores de la jefatura, al no tener respuestas, convocaron a las fuerzas policiales con el fin de restaurar el orden en la “convulsionada jefatura”.


Estas se mantuvieron bajo las órdenes de un juez interviniente o debutante, ya que ese día Duhalde inauguró los Tribunales de La Matanza. Su acción se limitó a mediar con la DGE, sin tampoco dar una respuesta favorable, para luego amenazar con un desalojo ‘legal’. Pese a las vacilaciones de la dirección, se logró convocar a una asamblea entre los ocupantes, cuyo objetivo fue organizar la toma. Se crearon comisiones (de recorridas de escuelas, alimentos, turnos, seguridad) para asegurar el éxito de la medida.


Alrededor de las 8 de la mañana, una veintena de compañeros quedó encerrada en la jefatura por el cierre de las puertas-rejas a manos del cambio de guardia policial.


Pese a la incomodidad de la situación, a las 18 hs. se realizó una asamblea masiva. La posición de la dirección fue convocar a una movilización distrital para ese día y presentar la propuesta de lograr “la mayor medida posible de fuerza” (toda una ambigüedad) en el plenario de secretarios generales.


Tribuna Docente consideró necesario hacer una marcha distrital dentro de la semana y un paro provincial la semana siguiente, postura que fue coincidente con la de otros sectores.


En el momento de la votación se produce una gran confusión, pues dado el carácter masivo, se hacía imposible el conteo de los votos.


Frente a la tensión reinante, la directiva decide consensuar, levantando la posición de:


• Impulsar un paro provincial.


• Realizar las marchas distritales.


La primera marcha se desplazó desde la Media 20 hasta la Universidad de La Matanza. Al nacer de una asamblea masiva, contó con la presencia de una nutrida concurrencia.


La segunda marcha se realizó el martes 26 en Ramos Mejía. Fue un verdadero fin de fiesta por la raquítica presencia de compañeros. ¿Qué pasó en el camino?¿Dónde quedó el calor de la lucha de la semana anterior?


No hubo una verdadera voluntad, por parte de la directiva, de hacer masiva la concurrencia. No se publicitó adecuadamente. Ir a Ramos Mejía, cuando el centro de las movilizaciones es San Justo, es desviarnos del camino original. Cambiar las citas sobre la marcha es sembrar la confusión y la desmoralización.


Si alguno tenía dudas sobre este “fin de fiesta”, las despejó el día del paro y la movilización (2 semanas después de la toma). En la Matanza no se realizó una asamblea de delegados previa al paro.


La buena voluntad de un sector de la celeste, que recibió a la oposición para tratar el tema, no alcanza para lograr el éxito de la medida.


En otros distritos, directamente no se movió un dedo para convocar al paro y a la movilización (Morón, General Sarmiento, San Martín).


Así no vamos a ninguna parte. Todos sabemos que la lucha no se toma vacaciones.


La ley antieducativa inicia su implementación, todavía quedan muchas cuestiones por definir. Debemos contar con un programa dictado por la realidad:


• Fuera las resoluciones de Duhalde.


• Ni un solo despido ni pérdida de horas cátedra.


• Infraestructura en las escuelas financiadas íntegramente por el Estado.


• Entrega de los certificados de 7º grado.


• Anulación de la reforma educativa.


Para imponer este programa debemos impulsar asambleas, plenarios abiertos en los distritos, en vistas a poner en pie un movimiento de lucha consecuente, que derrote la reforma educativa de Menem y Duhalde.