Desde que puso un pie “Casino Victoria” en el histórico edificio Casino Central de Mar del Plata, tras la licitación que le otorgó el control de las máquinas tragamonedas, los trabajadores pertenecientes al Instituto Provincial de Lotería y Casinos vieron como de a poco el sector privado quiere imponerse marcando los ritmos de producción, condiciones de trabajo y horarios de explotación.

La búsqueda de rentabilidad, en este caso de los socios de María Eugenia Vidal, exprime a los trabajadores imponiéndoles un horario laboral hasta las 3.30 am en función de la competencia con los bingos lindantes, alterando la jornada laboral habitual invernal (que es hasta las 2.30 por ser una actividad riesgosa y causal de vejez prematura). Los compañeros casineros asisten así a la antesala de la reforma laboral que el FMI pacta con los candidatos macristas, radicales y pejotistas de todos los ropajes, que con más o menos lamentos prometen pagar la deuda de la bancarrota argentina.

La respuesta de las bases no tardó en brotar. Se autoconvocaron en asamblea y definieron manifestarse en la sala de descanso a través de un “ruidazo”, exigiendo respuesta inmediata a la gerencia por las medidas tomadas y exigiendo al gremio de la Asociación de Empleados de Casinos Nacionales (AECN) para que se ponga a la cabeza de la protesta.

La participación de los compañeros fue masiva y tan contundente que los capitalistas del juego, y los funcionarios de Lotería y Casino que le responden, fueron forzados a recular y revocar la medida tomada. Los trabajadores saben que ganaron una batalla, pero que tienen que organizarse ante los empresarios y su Estado, que pretenden avanzar con la flexibilización.