Sindicales

1/10/2009|1102

Marcha de la CTA

Poco ruido... pocas nueces

Unas tres mil personas participaron de la marcha programada desde hace meses por la CTA al Ministerio de Trabajo, en reclamo de que se le otorgue la personería gremial como central obrera. La fecha permaneció inamovible durante los 38 días de huelga general de Terrabusi y se hizo, efectivamente, después de la huelga.

Desde diciembre, la CTA ha lanzado un “plan de lucha” por su personería, que ha dado lugar a dos jornadas de cortes de calles y actos que han tenido escasa repercusión aun entre sus dos principales gremios adheridos: ATE y Ctera.

La mitad de la marcha fue de organizaciones sociales, algunas de ellas ni siquiera encuadradas en la central, como la CCC. La presencia gremial en la marcha sólo reflejó algo ya endémico en la CTA que es la ausencia del movimiento fabril. En las marchas estuvo expresada por una raquítica presencia de trabajadores del neumático y “delegaciones” de la UOM de Villa Constitución, pequeños grupos de gastronómicos, de la Uocra y de mineros de San Juan.

Lo verdaderamente significativo fue una presencia muy reducida de ATE y de los docentes. En ambos sindicatos sólo concurrieron a la marcha las direcciones de los dos gremios en un día absolutamente laborable en la docencia, pues la CTA ni llamó a parar dos horas para la movilización.

Sin que la CTA haya tenido ningún rol en los fuertes conflictos en curso en Kraft y en el Subte se benefició de la existencia de los mismos. La presencia de más de un centenar de trabajadores del Subte también en lucha por su reconocimiento sindical y algunas decenas de los luchadores de Terrabusi le dieron el marco combativo a la rutina clásica del reclamo de la central.

La CTA está muy lejos de ser la central alternativa que alguna vez se perfiló en congresos de masas en el Luna Park. Su conducta en grandes conflictos como el del neumático es la contracara de la lucha de Kraft, de las ocupaciones de fábricas y de los cortes de ruta.

Mientras algunos nuevos agrupamientos sindicales mantienen una expectativa en que la central sea una especie de paraguas para sus reclamos, los que están desde hace tiempo ya conocen los límites insalvables de esta dirección. Lo saben los trabajadores de Fate y de Pirelli, lo saben los docentes de La Plata a los que les birlaron un triunfo ganado en las urnas y en la lucha.

A la inmensa descomposición de las distintas fracciones de la CGT le están surgiendo variantes de radicalización y de lucha en el movimiento obrero. De ese movimiento deberán salir instancias de deliberación sobre qué tipo de sindicalismo necesita la clase obrera.

Serán necesarios congresos de bases, plenarios provinciales y nacionales de los luchadores que quieran organizarse con independencia de las patronales y el Estado. Las palabras finales de Yasky señalando que ellos y los manifestantes son el “nuevo sindicalismo”, no convenció a los curtidos luchadores del Subte y de Kraft, que no tuvieron el apoyo de la CTA para llegar a donde llegaron. Hay un abismo entre la luchas del Subte y Kraft y la política de Yasky.