Marcha Federal: movilización de miles, ningún plan de lucha

Gran columna independiente del sindicalismo combativo.


La marcha convocada por la CTA Yasky y los restos de la CTA Micheli movilizó a alrededor de 50.000 asistentes. En medio de la más absoluta tregua de la “reunificada” CGT -unidad reivindicada en su discurso por Yasky- y de la parálisis de la facción degennarista de ATE, en la varias veces postergada Marcha Federal se filtraron los conflictos y reclamos populares contra el ajustazo de Macri y los mandatarios provinciales, incluidos especialmente los gobernadores K. Ante un gobierno golpeado por la crisis del tarifazo, la movilización es un antecedente de las audiencias públicas por los aumentos en los servicios. De todos modos, sus organizadores condicionaron cualquier continuidad a una iniciativa de la CGT, una socia fundamental de la coalición del ajuste.


 


Radiografía de la marcha


 


En una jornada en la que sólo pararon los docentes de Capital, Buenos Aires y Neuquén, y los estatales porteños, las columnas sindicales fueron reducidas. Una de las más importantes, la de ATE-Capital, dirigida por el kirchnersimo, congregó a unos 2.000 trabajadores, a los que se sumaron algunos centenares de la provincia de Buenos Aires; Ctera movilizó alrededor de 2.500; el sindicato K del subte aportó medio centenar de lo más cercano al aparato pianellista; la Corriente Sindical Federal kirchnerista de la CGT, entre los que se encuentran algunas seccionales de la UOM, la Federación Gráfica Bonaerense -que aportó un centenar de asistentes-, y la Bancaria, entre otros, movilizaron alrededor de 3.000 trabajadores.


 


El mayor peso de la marcha, entonces, corrió por cuenta de los movimientos sociales vinculados con el kirchnerismo, como La Cámpora; la Tupac Amaru; Kolina; el Miles, de D’Elia; o el Movimiento Evita -que viene de romper con el FpV y está en una luna de miel con Macri, a cambio de miles de planes sociales. Los organizadores hablan de más de cien organizaciones sociales -algunas de ellas tributarias del espectro de la izquierda y la centroizquierda-, incluyendo a multisectoriales contra el tarifazo. También sumaron los sectores políticos del espacio K, como Encuentro Popular, Quebracho y otros. 


 


La iniciativa fue parcialmente impulsada por el PJ. Por esa vía, contó con la participación de 60 intendentes pejotistas bonaerenses, según informó el propio Yasky. Y fue también un terreno para que jugaran las internas que ya bullen al interior de la recién unida CGT, como lo expresaron la delegación que aportó Camioneros con 200 choferes, la de Peajes (Pablo y Facundo Moyano subieron al palco), del SUTERH -porteros-, de Santa María y varias delegaciones de la Uocra. 


 


A este entramado de la burocracia sindical K y del pejotismo se sumaron miles de trabajadores que se movilizaron en forma autónoma, detrás de las consignas enarboladas por los convocantes: contra el ajuste, los despidos y el tarifazo.


 


Cuadratura del círculo


 


Así las cosas, la burocracia sindical kirchnerista se encontró con su propia cuadratura del círculo: cómo servirse del clima de luchas para recauchutar a un kirchnerismo que carga con el peso de un desprestigio y descomposición crecientes. Por eso, y a pocas horas de la debacle de la “Marcha de la Resistencia K”, Yasky intentó colocar en segundo plano a los elementos más conspicuos de la camarilla kirchnerista. Aún así la impronta a favor del “volveremos” rebasó por todos los rincones. Una parte del lugar ocupado por la marcha, algo reconocido por todos los medios, se la deglutió la presencia en los palcos laterales (un intento fracasado de disimulo) de decenas de ex funcionarios K. La presencia de Sabbatella, los Recalde, Aníbal Ibarra, Daniel Filmus, Marcó del Pont, Mariotto, Esteche, Scioli y nada menos que Boudou, acompañados por D'Elía, desnudaron hasta qué punto la Marcha Federal fue colocada al servicio de su rescate. También estuvo en el palco el ex ministro de Trabajo, Carlos Tomada, el mismo quien durante doce años le negó la personería gremial a la CTA.


 


En este cuadro, los discursos no pasaron de bravuconadas contra el ajuste detrás de dos objetivos: emplazar al macrismo para que otorgue a la CTA de Yasky un lugar en un eventual acuerdo económico y social, y posicionarse frente a la crisis de la CGT. Yasky no hizo planteo alguno para que la clase obrera se coloque a la cabeza de la lucha contra el ajuste de Macri y de los gobernadores K, a los que no mencionó en momento alguno. Una vez más, el sometimiento al kirchnerismo se reveló como un bloqueo directo a una lucha de carácter nacional por las reivindicaciones amenazadas. La marcha no fue acompañada por un paro de la CTA, ni tampoco de la Ctera. Tampoco se realizaron asambleas, ni plenarios de delegados para organizar e impulsar la huelga general.


 


La Marcha Federal actuó así, por un lado, como una canal de contención a las luchas, cuando la burocracia K sigue dejando aisladas las huelgas de los petroleros, de los trabajadores azucareros, de los trabajadores del neumático que hoy pelean por su paritaria y de la propia docencia, que ha demostrado en las últimas semanas sobradas lecciones de lucha con los paros arrancados por los Suteba combativos en la provincia de Buenos Aires. Por el otro, fue otro intento de someter a los trabajadores al carro del kirchnerismo fracasado.


 


Masiva columna y acto del sindicalismo combativo


 


En ese cuadro, los Sutebas multicolores de La Matanza, Escobar, La Plata, Tigre y Ensenada, el Sutna, Ademys, la seccional ferroviaria de Haedo, el Sitraic, Amsafe-Rosario, decenas de comisiones internas gráficas, de la alimentación, papeleras, de ATE, la AGD-UBA, el Polo Obrero, delegados telefónicos, ATE-Mendoza, y agrupaciones clasistas y antiburocráticas de decenas de gremios se autoconvocaron en una gran columna de cerca de 3.000 trabajadores, defendiendo el programa obrero contra el ajuste enarbolado en la gran movilización a la Plaza de Mayo del pasado 9 de agosto. Los miles de compañeros se dirigieron a los trabajadores con la consiga de paro nacional y plan de lucha contra el ajuste.


 


La Coordinadora Sindical Clasista del Partido Obrero se empeñó a fondo en defender el programa y el método del clasismo, que en su columna y en el acto previo a marchar se delimitó por completo del sindicalismo K. La concreción de la columna y del acto fue el resultado de una dura lucha política, ante un amplio espectro de la izquierda que se integró detrás de la burocracia yaskista.


 


Los organizadores de la movilización del 9 de agosto colocamos una ruta para el activismo. La bandera de la independencia política de la clase obrera flameó y fue expresada por los oradores del PO advirtiendo sobre los operativos de la Iglesia y otros sectores, en función de un acuerdo económico y social para enchalecar al movimiento obrero detrás de la oposición patronal y ante la posibilidad de una temprana fundición política del macrismo.


 


El papel de la izquierda


 


En su discurso, Yasky destacó “la unidad lograda con la izquierda” como una parte fundamental de la Marcha Federal. No exageró, pero debió aclarar a quién se refería.


 


El MST marchó con la burocracia de las dos CTA y estuvo presente en el palco kirchnerista central con las figuras de Alejandro Bodart y Vilma Ripoll. El mismo emblocamiento tuvieron el MAS y el PSTU. 


 


Con todo, el camino más profundo lo transitaron los dirigentes de Rompiendo Cadenas (RC), que ataron a las seccionales que dirigen al carro de Yasky y Baradel, verdugos de los trabajadores docentes y estatales. Enrique Gandolfo, dirigente de la CTA y del Suteba de Bahía Blanca, organizó junto con Baradel (silbado) el acto en esa localidad, subordinando por completo al Suteba recuperado a la burocracia celeste. En Amsafe-Rosario, sindicato en el cual triunfó la postura mayoritaria de sumarse a la columna independiente, los dirigentes de RC votaron junto con la agrupación del secretario general de la CTA-A de Rosario, Gustavo Teres, marchar detrás de Baradel en Buenos Aires, y ante el rechazo, boicotearon sistemáticamente la intervención de Amsafe Rosario en la columna, al punto de retirarse autoritariamente con un pequeño sector y marchar con la Celeste y el kirchnerismo en contra de la resolución de su sindicato. 


 


Por su parte, el PTS, que se autoproclamó guardián de la independencia política frente a la Marcha Federal, participó sólo a través de sus militantes en los sindicatos o seccionales que organizaron la columna independiente. Boicoteó la conformación de la columna del sindicalismo clasista y evitó la presencia de sus principales dirigentes en ella, y, por supuesto, la de su partido. No se ausentó de la Marcha Federal, sino de la columna que agrupó al clasismo en forma independiente a los agentes sindicales y políticos de los K.


 


Foto: Sebastián Baracco