El lunes 1 de febrero cientos de trabajadores rurales se concentraron en el nudo vial del ingreso a la ciudad de Mendoza para reclamar por sus salarios y condiciones laborales, para iniciar una movilización que pasó por la puerta del sindicato Foeva y concluyó en la puerta de la Casa de Gobierno.

La convocatoria fue preparada por redes sociales y citada para el día del obrero vitivinícola, haciendo eje en el reclamo de salario igual a la canasta familiar, de terminar con el trabajo en negro y garantizar la aplicación del convenio colectivo de trabajo para obreros de bodega y viña, la jubilación anticipada a los 57 años, entre muchas otras reivindicaciones que vienen movilizando a la base del gremio desde hace un tiempo y se expresó en medidas de lucha hace algunas semanas atrás.

Mientras la industria del vino fue considerada esencial durante toda la pandemia y el crecimiento de los volúmenes de producción y exportación dio enormes ganancias a los bodegueros, los obreros se vieron obligados a trabajar por salarios de miseria y en condiciones de total exposición al Covid-19. Forma parte de las malas condiciones de trabajo que suelen cobrarse la vida de los trabajadores.

La movilización terminó en Casa de Gobierno, donde varios trabajadores tomaron la palabra y exigieron al gobierno provincial que atienda sus reclamos. Se consiguió que sean recibidos tres voceros de los obreros, quienes consiguieron un compromiso de tratamiento de las demandas planteadas.

Este proceso de lucha, surgida desde abajo y organizado en forma autoconvocada e independiente articulando a los trabajadores de diferentes bodegas, fortaleció el reclamo y pone en debate para todos los demás sectores la forma en que debe encararse la demanda salarial.

Deja planteado además un fuerte cuestionamiento a las burocracias sindicales por el rol de freno y entrega que vienen desarrollando. Es este camino el que se debe profundizar para abrir finalmente un curso de salida a todos los reclamos obreros del sector.