De un tiempo a esta parte, la patro­nal de Metrovías viene desarrollando una ofensiva de medidas provocadoras contra los trabajadores. Traslados ar­bitrarios de boleteros de línea, tumo y horario; requisas prepotentes por par­te del control interno; abandono de la higiene de los baños y vestuarios; san­ciones arbitrarias y desproporciona­das; ausencia de seguridad y preven­ción de accidentes; falta de pago de horas extras; adjudicación de tareas de superior categoría, sin abonar la dife­rencia, etc. Aparte de ello, ha incre­mentado la cesión de trabajos corres­pondientes a personal de la dotación de la empresa, a contratistas que aplican categorías y salarios inferiores a los de convenio Metrovías, creando una si­tuación de pre-despido de personal efectivo.

En un reciente plenario del nuevo cuerpo de delegados (se renovó hace pocos días), la dirección de UTA bajó con la línea de lanzar la lucha contra las medidas. Simultáneamente, anun­ció la denuncia del convenio y el inicio de la discusión paritaria. Hecho nove­doso, viniendo de la directiva de Pala­cios, que hizo doctrina de la imposibili­dad de discutir convenios en etapas de recesión.

El activismo de Metrovías viene debatiendo el rechazo a los “14 pun­tos” de flexibilización patronal y elabo­rando un proyecto propio de convenio. Ahora hay que agregar a ese programa el rechazo de las medidas empresarias de apriete y persecución. Ningún des­pido, no a las rotaciones arbitrarias, levantamiento de las sanciones desme­didas, medidas de higiene y seguridad, respeto del convenio. Para preparar una lucha de esta envergadura e impo­ner el convenio de los trabajadores, es necesaria la asamblea general de Me­trovías. Que la UTA la convoque.