Sindicales

20/4/2006|942

¿Nielsen o los trabajadores del Francés?


El conflicto del Francés ha desatado un principio de crisis en el gabinete de Telerman.


 


Cuando habían concluido los trámites por medio de la Secretaría de Salud de la Ciudad, dirigidos a poder cobrar el subsidio aprobado por ley de la Legislatura, y se estaba en plenos preparativos para concretarlo en la semana en curso, ha trascendido que desde la Secretaria de Hacienda habría una negativa a firmar la orden que ponga a disposición los fondos respectivos.


 


La negativa de Nielsen a poner la firma abrió un frente de tormenta, hasta el punto tal que no se descarta que esto termine con la renuncia del secretario de Hacienda. Lo cierto es que se acumulan ya tres meses de atrasos, y a fin del este mes se sumaría un cuarto, a lo cual se agregan aguinaldos, vacaciones e inclusive diferencias por diciembre. Huelga señalar que esta situación es insostenible y pone en serio riesgo la continuidad del funcionamiento del Hospital.


 


Por otro lado, con esta actitud el Gobierno de la Ciudad pasa a colocarse en un terreno de absoluta ilegalidad. Cabe destacar que la ley no sólo ha sido sancionada sino que está promulgada. Si el Poder Ejecutivo o alguna de sus carteras tenía algún reparo sobre la ley, tenía la chance de expresarlo en el tiempo reglamentario, incluyendo la posibilidad de vetarla si lo interpretaba oportuno. La ley ha sido confirmada, por lo tanto la Jefatura de Gobierno de la Ciudad tiene la obligación de instrumentarla y hacer efectivo lo que ordena.


 


El argumento de la Secretaría nombrada se refiere a la existencia de sobresueldos en las liquidaciones contenidas en los listados. Para los trabajadores del Francés eso no es ninguna sorpresa, pues han sido ellos los primeros en denunciar la seguidilla interminable de irregularidades, que llegan al extremo del desfalco y la defraudación, mientras desde los órganos del Estado encargados de controlar un servicio público como el de la salud, se hacía la vista gorda (lo mismo que con los boliches bailables y recitales o el trabajo esclavo, que ahora ha salido a la superficie). Pero lo que los trabajadores del Francés no aceptan es que el mismo gobierno que es cómplice de este vaciamiento utilice esos casos como una excusa para no pagar a los centenares de trabajadores médicos y no médicos del Hospital. En los listados figuran 1.439 empleados, cuyos hogares están viviendo una situación desesperante.


 


El Gobierno de la Ciudad, como lo ha planteado la Comisión Interna en un reciente comunicado, tiene los medios para zanjar perfectamente el problema. Si hubiera algunas situaciones controvertidas, se podría apartar esos casos y someterlos a un examen más cuidadoso, mientras se hace efectivo el pago a la masa de trabajadores que conforman el cuerpo médico y no médico del Hospital. Si esto no se hace, lo único que se puede concluir es que hay otra intencionalidad política y que los sobresueldos son el pretexto para encubrirla. Existe una preocupación en círculos de la burguesía de que la conquista arrancada por el Francés siente un precedente de carácter explosivo frente a otros conflictos.


 


La traba surgida en Hacienda coincide con una campaña aviesa alentada desde algunos medios cuestionando el auxilio económico que se acaba de otorgar a los trabajadores del Francés. Estos mismos medios son los que han respaldado la acción del Estado cuando ese auxilio iba a parar a banqueros y empresarios, especialmente de las privatizadas. En cambio, se acuerdan del erario público y ponen el grito en el cielo cuando se trata de una ayuda dirigida a financiar las remuneraciones de los trabajadores. La hipocresía es mayúscula, más cuando se encubre que la posición de los trabajadores es que el costo de la reconstrucción del Francés lo paguen las administraciones corruptas y vaciadoras, quienes deberían responder con sus bienes y su patrimonio, lo que permitiría holgadamente devolverle al erario público los fondos que hubiera adelantado o tenga que disponer en el futuro. Es el propio gobierno el que se ha cuidado de ir en esa dirección, pues tiene temor a que los administradores del Francés saquen los trapitos al sol y pongan de relieve los negociados, donde están comprometidos actuales funcionarios kirchneristas, empezando por el mismísimo Alberto Fernández, quien en su momento ejercía como directivo del Bapro.