Sindicales

25/7/1995|457

Otra mediación episcopal apoyada por el CTA

El 14 de julio estaban reunidas todas las condiciones para un paro activo regional. Luego de la masiva movilización de más de 3.000 trabajadores y jóvenes, el viernes 7, la conducción de Luz y Fuerza convocó a un paro general con movilización para el 14, al cual llamó públicamente  a sumarse al resto de gremios del CTA, MTA y CGT. Los reclamos: reincorporación de 93 compañeros cesanteados, anulación de traslados, liquidación de la “tercerización” y defensa del convenio colectivo. Por otro lado los terciarios, los secundarios y ahora los docentes estaban movilizados contra la virtual derogación  del boleto estudiantil; lo mismo ocurría con los choferes de camiones contratados por la comuna y los bancarios por despidos, y con los municipales por la “racionalización” en marcha. La desocupación cunde en el puerto y se siente en todos lados. Esto explica que el llamado al paro tuviera un gran eco popular y que en la víspera, el jueves 13, la ciudad hubiera quedado a oscuras durante varios minutos, en apoyo al “apagón”  reclamado por L y F.


Pero ni los gremios del CTA ni los del MTA se sumaron al llamado de Luz y Fuerza, reemplazaron el paro por una marcha de solidaridad. En las primeras horas del viernes 14, el gobierno dictó la conciliación obligatoria, “retrotrayendo” el conflicto sólo en los papeles, ya que ESEBA no aceptó la reincorporación efectiva de los cesantes, (quedaron  suspendidos “sujetos a negociación”), pero el sindicato igualmente levantó las medidas.


Mientras tanto, por injerencia de la Iglesia, el gobierno destituyó a Flombaun, administrador de ESEBA, responsable del vaciamiento y de múltiples negociados en beneficio del duhaldismo, para disipar la posibilidad de la huelga general. “No son pocos los que le atribuyen a la Iglesia, en especial al obispo de Mar del Plata, Monseñor Arancedo, haber influido… en que cambiara la estrategia de mano dura”, una de las razones de la caída de Flombaum (La Capital, 15/7). Según este mismo diario, Duhalde estaba advertido de la posibilidad de que “Luz y Fuerza, pese a ubicarse en el ala izquierda de la CTA, encontraría pronto solidaridad en los otros nucleamientos sindicales… no descartándose una escalada que culminara con una huelga general en Mar del Plata, (además) habría sorprendido en La Plata que la población de Mar del Plata…haya expresado un inédito grado de adhesión al movimiento lucifuercista”.


Duhalde entregó la cabeza de “su” administrador y ofreció el pago de los días caídos, pero no ha dado un paso atrás en lo sustancial.


Pero el conjunto de los conflictos sigue en pie. Los terciarios y secundarios vienen de protagonizar una ocupación en masa del Concejo Deliberante frente a una ordenanza que establece que los estudiantes beneficiarios del boleto estudiantil deben adquirir talonarios mensuales y en cada una de las empresas que vayan a utilizar o, en su defecto, ir cada día y medio a las terminales a  reclamar un boleto para dos viajes.


José Rigane, secretario general de Luz y Fuerza Mar del Plata, declaró “estar un poco mas tranquilo” por el cambio de Flombaun, y “dispuesto a discutir todos los temas, inclusive lo que.. considero una cuestión de fondo, el convenio colectivo de trabajo” (La Capital, 20/7), mientras los cesantes siguen afuera —una condición puesta por el gobierno para no poner en crisis todo el operativo privatizador de ESEBA. El CTA y el MTA han vuelto a revelarse como un “peso muerto”. Los vasos comunicantes entre la CGT oficialista y el CTA son más profundos de lo que se cree: existe una “tregua social” de ambos con el gobierno Duhalde. Hace muy poco el Congreso del Trabajo y la Producción se quejó “contra la corrupción en la empresa” (Eseba), rechazando pronunciarse contra su “privatización”.