Sindicales

18/3/2004|842

Para qué sirven los “tests psicológicos”

La mayoría de nosotros pasó por los conocidos “tests psicológicos” antes de ingresar a un empleo. Nos esforzamos pensando que si parecíamos “más inteligentes” tendríamos mayores posibilidades de conseguir el trabajo. Error. Un informe de la organización no gubernamental británica Cafod sobre los tests realizados a los postulantes a ingresar en las plantas de ensamblaje de computadoras radicadas en Guadalajara (México) muestra resultados reveladores.


“Los postulantes pasan todo un día de tests, diseñados para encontrar a las personas más imaginativas y creativas, con una autoestima más alta. La trampa es que esas personas son las rechazadas (…) los tests psicométricos están diseñados para suprimir a cualquiera que pueda causar problemas” (Financial Times, 26/1).


¿Por qué los capitalistas prefieren a un trabajador con menor capacidad intelectual, imaginación, creatividad, autoestima e independencia de criterio, aún cuando la famosa “productividad” de ese trabajador, por sus menores condiciones intelectuales y emocionales, será necesariamente menor? Porque temen a los trabajadores que, por tener esas características, podrían convertirse, potencialmente, en activistas sindicales.


El terror de los grandes pulpos de la “alta tecnología” instalados en Guadalajara (nada menos que IBM, Hewlett-Packard y Dell) a la presencia de activistas se justifica por las brutales condiciones de explotación que reinan en esas plantas: a los trabajadores se los toma con contratos mensuales, que se renuevan indefinidamente; el embarazo está prohibido, al punto que a las obreras de esas plantas que quedan embarazadas se las traslada a las tareas más pesadas y penosas para que renuncien (ídem).


El episodio deja algunas conclusiones. Es un ejemplo de la descalificación consciente y científicamente planificada de la fuerza de trabajo, que es un aspecto de la destrucción de las fuerzas productivas bajo el capitalismo en crisis. Además, cuestiona la tesis de que los desocupados son el sector más atrasado y descalificado de la clase obrera, que por esa razón no encuentran empleo. Aunque no prueba lo contrario, el informe de Cafod alcanza para refutar tantos ataques, disfrazados de “sociología marxista”, contra los desocupados.


Pero lo más importante es que el informe plantea una tarea. Los psicólogos ligados al Partido Obrero, al Polo Obrero y a las organizaciones populares deben estudiar cómo enfrentar y superar en la práctica estos podridos “tests psicológicos” para que los activistas y militantes entren en las fábricas y en las empresas. Manos (y cabezas) a la obra.