Sindicales

18/9/2014|1332

Para sacar del ‘freezer’ la ley del teleoperador

El proyecto de ley del Teleoperador -que dispone las seis horas de trabajo, descansos intermedios, topes en los tiempos de llamada y jornada nocturna de cinco horas y media, por flagrante insalubridad de la tarea- ha sido cajoneado, luego de la sanción favorable que recibió en el plenario de comisiones de la Cámara de Diputados ante gran cantidad de activistas y organizaciones obreras. Presentado por Larroque, se inspiró li-te-ral-men-te en el que fuera elaborado por Pablo Eibuszyc, nuestro dirigente telefónico, en tiempos de la gran huelga de Atento.

Por el pleno de comisiones pasaron trabajadores y empresarios. Un sindicato formado entre gallos y medianoche se opuso al proyecto, alegando que el régimen legal de los call centers tiene que emerger de un convenio colectivo y no de un estatuto legal. Pero también se opuso Héctor Daer, la “pata sindical” de Massa, de la Sanidad, con el argumento de que las telefonistas de los sanatorios estarían alcanzadas por el beneficio. La Bancaria hizo eje en no perder la afiliación en sus propios calls. La burocracia oficia de vocero de la extorsión que ejercen sobre ella las patronales.

Por su parte, se opusieron ferozmente la UIA, la cámara de la actividad y la AmCham (norteamericanas). La tercerización mostró que funciona como arma de desvalorización de la fuerza de trabajo y de intensificación de la jornada laboral.

Indudablemente, la presión para cajonear el proyecto llegó desde la Rosada, donde no quieren perder el favor de los buitres ‘reestructurados’ (Telecom y David Martínez de Fintech). Larroque lanzó el proyecto como una presión K para que apoyen el ‘pago soberano’, algo así como la corruptela digna.

Nosotros fuimos activos defensores de su aprobación con dos disidencias importantes. En primer lugar, que el proyecto abarque tanto a trabajadores privados como públicos. En la segunda disidencia, planteamos que rija el salario del convenio de la actividad principal y no “el salario mínimo” o “de convenio” que establece el proyecto oficial, sin especificar qué convenio, abriendo la puerta a los convenios como el de Comercio o la Construcción, los más bajos de la escala. Esta reivindicación del convenio principal golpea, justamente, el negocio de la tercerización. Es lo que se ve en la película Córtenla, que hicimos exhibir en el debate.

Hemos también reivindicado la sanción de un estatuto porque éste atraviesa transversalmente los convenios colectivos.

Así las cosas, se abre una nueva etapa.


Néstor Pitrola