Sindicales

3/3/2020

Paritaria aceitera: paro y conciliación obligatoria

Los aceiteros realizaron un paro nacional en el marco de la negociación paritaria del sector que venció el pasado 31 de diciembre. La medida decretada por la Federación Aceitera duró solo 2 horas durante la tarde del 26 de febrero, la cual culminó con el acatamiento de la conciliación obligatoria dictada por la cartera laboral.


La medida surge como respuesta a la negativa patronal de aumentar el salario básico de los aceiteros a $68.700, siendo la propuesta patronal aumentos en cuotas mensuales alcanzando los $64.000 en Junio- actualmente el básico es de $55.000. El gobierno también pretende incidir en la paritaria para hacer pasar su política de aumentos en sumas fijas, como lo ha hecho en el gremio bancario.


El paro llega en momentos que comienza la cosecha, potenciando el golpe que les significa a las patronales aceiteras una medida de estas características. Recordemos que hace pocos años la Ciara (cámara patronal) logró que la paritaria corra de enero a enero para poder ganar tiempo en los primeros meses de negociación, cuando anteriormente comenzaba en marzo, en plena momento de cosecha.


Partiendo de un piso salarial de los más altos de la industria del país, la situación en el gremio es compleja debido a los despidos y cierres de fábricas de los últimos años, y al ataque patronal a las condiciones de trabajo, las cuales se presentan como una reforma laboral en los hechos. Estos dos aspectos, que generan un fuerte malestar en la base aceitera, no aparecen como ejes presentes en la negociación paritaria. Los 32 despedidos en Bio Ramallo ya acumulan algunos meses de conflicto; mientras que en Vicentin se encuentran en peligro miles de puestos de trabajo ante el futuro incierto de la empresa. En esta última, funcionan solo guardias mínimas afectando la percepción de distintos ítems salariales y manteniendo a los trabajadores en una fuete incertidumbre sin que los dos gremios que intervienen en las tres plantas de la empresa definan un curso de acción ante esta situación.  


Todavía está fresco en la memoria de los aceiteros los despidos masivos en Cargill y Bunge, y el cierre completo de Nidera, que implicaron la pérdida de cientos de puestos de trabajo en el sector. En Dreyfus, una de las plantas más organizadas del gremio, la patronal avanza con aumento de los ritmos de producción y la tercerización de un sector de los trabajadores, que son usados como factor de presión contra el personal de la planta. En Dánica, ubicada en la zona sur conurbano bonaerense, la empresa avanzó con despidos a comienzos del año pasado, y luego siguieron todo tipo de ataques a las condiciones de trabajo, sin que las direcciones gremiales ofrecieran respuesta alguna en todo este período.


Ante esta situación es necesario poner toda la fuerza del gremio aceitero en movimiento con asambleas por fábrica y un congreso de delegados con mandato de base que delibere y resuelva el pliego de reivindicaciones y un curso de acción, en defensa del salario, los puestos de trabajo y las condiciones laborales.


La conducción de la Federación Aceitera se ha colocado en los últimos años del macrismo dentro del bloque 21F junto al moyanismo y a la Corriente Federal de Palazzo, militando por el triunfo del Frente de Todos. El famoso “Hay 2019” operó en varios conflictos -como en el cierre de Nidera- como una barrera de contención y un freno a la lucha. La situación en Vicentin y Bío Ramallo; la defensa del salario y las condiciones de trabajo; vuelven a colocar la necesidad de que los sindicatos y organizaciones obreras sean independientes de los gobiernos y partidos del régimen, para convertirse en un instrumento de organización y lucha de los trabajadores contra la política de ajuste de la patronales y el Estado.