Paritaria bancaria: Palazzo dilapidó la fuerza del gremio

Aceptó el 15% en cuotas y sin cláusula gatillo

Tribuna Bancaria

Luego de cinco días de absoluto hermetismo y cuatro meses después del vencimiento del último acuerdo, la Asociación Bancaria cerró el acuerdo salarial. Después del paro del 17 y 18 de abril, La Bancaria abandonó el plan de lucha y, sin mediar propuestas superadoras, se autoimpuso una tregua que finalizó con la aceptación del planteo oficial: 15 por ciento (lejos de la inflación prevista cercana al 24), en cuotas y sin cláusula gatillo. Exactamente lo que Palazzo juró que no se aceptaría. El acuerdo significa una pérdida de tipo histórica respecto de la inflación en marcha de hasta diez puntos.


Lo insólito es que el sindicato presenta este acuerdo como un triunfo, invocando el contexto general desfavorable y “dibujando” un 20,6 por ciento de porcentaje final, con los puntos obtenidos por efecto de la cláusula gatillo que se activó en diciembre y que corresponde al acuerdo 2017.


Calculando con rigor, el aumento representa un 13,6 por ciento anualizado (10% de enero a abril más un 5% de mayo a diciembre, ambos porcentajes no son acumulativos). Esto implica una pérdida enorme del poder adquisitivo de los trabajadores bancarios.


Además, el acta incluye una suma fija de 8.500 pesos, que ya se venía cobrando en enero y en un solo pago, mientras que ahora será en tres cuotas (mayo, julio y septiembre). También se dejó de lado el reclamo anunciado de que la cláusula gatillo 2017 se aplique durante el tiempo en que se extendió la negociación; sólo se pagó en enero. La única mejora se consiguió en el bono del día del bancario, que aumentó de 21.600 mil a 25.594 pesos.


Una de las cosas que el sindicato considera positivas es una cláusula de “actualización”, por la cual las partes se comprometen a “reunirse en caso de pérdida del poder adquisitivo”. Es claro que no se trata de una actualización automática, sino sólo de una declaración de intención que no obliga a la patronal a nada, salvo a reunirse, sin establecer plazos ni forma de compensación.


Los reclamos, afuera de la mesa


Algunos aspectos importantes que debieron ser prioritarios en la negociación paritaria fueron directamente abandonados, como la situación de la caja jubilatoria del Banco Provincia. Hace dos años, el sindicato condicionó, correctamente, el acuerdo paritario a la reincorporación de los 43 despedidos del Banco Central. En esta oportunidad, dejó aislados a los trabajadores del Bapro.


Tampoco se puso sobre la mesa el reclamo por el Impuesto a las Ganancias, que hace estragos entre los bancarios, el avance de la tecnología y sus consecuencias en los puestos de trabajo, la situación de los tercerizados, por la implementación en todos los bancos de la licencia por violencia de género y -muy importante, porque condiciona las acciones futuras- se ignoró la exigencia del pago de los días descontados por los paros, a los compañeros del Bapro y Banco Nación.


Las cajas, a salvo


Lo que sí se incluyó en el acuerdo, pese a que la Directiva rechazó en mil oportunidades que sería un tema de la negociación, fue el “aporte solidario” que tributan sin consentimiento los compañeros que no están afiliados y el aporte de la patronal a la obra social (recortados por un decretazo del Ministerio de Trabajo).


Llamativamente, hubo un entendimiento sobre ambos puntos: el “aporte solidario” -compulsivo- quedó en el 0,5% por ciento, y el aporte patronal a la obra social en el 0,8 por ciento (133 pesos, los otros 900 pesos los aportará el Pami).


Salta a la vista que el celo que la Directiva de Palazzo y compañía no pusieron en la defensa de los ingresos de los trabajadores, sí existió en la preservación de las cajas. Los aportes compulsivos permiten a la burocracia financiarse metiendo la mano en el bolsillo de compañeros que no se sienten representados por el sindicato y sostener la OBSBA, vaciada por Zanola y en continuo declive.


¿Cómo se llegó a este acuerdo?


En una carta abierta al gremio, Palazzo pondera el acuerdo alcanzado porque fue condicionado por el “contexto difícil”. Y dice que muchos bancarios “ratificaron” con el voto las políticas de Macri; es decir, que traslada la responsabilidad de haber firmado una paritaria a la baja a los trabajadores.


Sin embargo, los bancarios, que pusieron todo en el cumplimiento de los paros y se movilizaron masivamente, fueron verdaderos convidados de piedra durante todo el proceso de discusión, no tuvieron ninguna oportunidad de decidir sobre las medidas de lucha ni expresar si estaban de acuerdo con el porcentaje obtenido.


El plan de lucha consistió en paros aislados (¡de febrero a abril, se suspendió toda medida!) que sólo sirvieron para dosificar el poder de fuego y la voluntad de lucha del gremio. Luego del último paro de 48 horas, muy exitoso, la directiva resolvió unilateralmente un cuarto intermedio cuando sobraban ánimos para redoblar la apuesta con un paro de 72 horas.


No hubo asambleas deliberativas y resolutivas ni plenarios seccionales; sólo un plenario de secretarios generales, que mandató a Palazzo para conseguir “el mejor acuerdo posible” -es decir, un verdadero cheque en blanco para firmar a espaldas de los compañeros.


Para romper el techo paritario oficial era necesario poner en marcha toda la fuerza de un gremio poderoso, que hizo recular en el pasado a gobiernos más duros que el actual. El método era la movilización general y los paros progresivos hasta la huelga indefinida; hacer un llamado a todo el movimiento obrero a unificarse, confluir con los docentes, los trabajadores del subte, el Inti y otros sectores en lucha.


Al contrario, una vez más, el sindicalismo “kirchnerista" (que se autoproclamó abanderado de la “resistencia con aguante”) se mostró incapaz de superar su adaptación a la CGT y al plan de ajuste del gobierno.


El intento de echarle el fardo a la base, por su supuesta complicidad con el triunfo electoral del macrismo, es una infamia que busca desviar la atención y evitar que los bancarios saquen todas las conclusiones de esta experiencia.


Desde Tribuna Bancaria llamamos a debatir a fondo este balance, para fortalecer las luchas actuales, pero, sobre todo, de cara a los desafíos futuros.


Este acuerdo negativo, que dilapidó el esfuerzo de la base, no debe ponerle paños fríos a nuestra movilización. La estrategia de “votar bien en 2019” (en esto están los Palazzo y los Moyano) es una vía segura a nuevas derrotas, funcional a la continuidad de Cambiemos. Los tarifazos, la devaluación, los despidos y la reforma laboral se tienen que enfrentar, ahora, con el paro activo y un plan de lucha sostenido. Necesitamos un Congreso de delegados de base, con mandato de asambleas para desarrollar una alternativa independiente de las variantes patronales y la burocracia sindical, afín a ellas.