Sindicales

10/7/2017

Paritaria camionera: del canto del 32% a la entregada del 23%

@tomaseps


Con la reciente firma de la paritaria de Camioneros, el moyanismo –luego de sus habituales alardes de combatividad– hace un nuevo aporte invaluable a la política de ajuste del macrismo, en la línea de la adaptación de las burocracias de todo pelaje a los techos paritarios impuestos por el gobierno.


 


La dirección camionera pactó con las cámaras empresariales un 23% en tres cuotas –amén de otras modificaciones en los adicionales y de un plus de fin de año–, que por su carácter acumulativo Pablo Moyano presentó como un 24,5%.


 


Así las cosas, los trabajadores del rubro deberán aguantar hasta noviembre con un 11% de aumento, cuando se sumará un 6% a la cuenta. La última cuota, de otro 6%, comenzará a correr en un lejano marzo de 2018. Frente a una inflación para 2017 que no baja del 25%, el retroceso del salario real es flagrante.


 


Los básicos de los distintos rubros continuarán por debajo de la canasta familiar, lo que mantiene a toda una franja de trabajadores encuadrados en el gremio (aquellos que cobran menores adicionales) con ingresos miserables.


 


“La última negociación relevante de orden nacional que mantenía la atención del Gobierno” (Ámbito, 7/7) cierra así todo un ciclo de entregadas paritarias por parte de la burocracia, desde el 20% en dos cuotas de Comercio hasta el reciente 22% en dos tramos de Sanidad, pasando por los montos miserables acordados por UPCN, Uocra, UTA y compañía.


 


Cacareo


 


Durante las negociaciones, el moyanismo había cacareado con una demanda del 32% y llegó a amenazar con el inicio de un plan de lucha, con “asambleas permanentes” por rama y paros.


 


Los alardes para la tribuna, que continúan incluso luego del acuerdo (con un maradoniano Pablo Moyano espetándole al ministro de Trabajo “¡Triaca, la tenés adentro!”), buscaron y buscan embellecer que la dirección camionera selló el acuerdo ruinoso sin medidas de lucha, mientras las patronales de la actividad afirmaban envalentonadas que “es ‘absolutamente imposible‘ satisfacer en las actuales circunstancias ‘las exigencias gremiales‘ porque ‘la situación es muy compleja y difícil, existen serios problemas de rentabilidad y presión tributaria y una caída de la actividad‘” (El Cronista, 5/7)


 


Sueños


 


A esta plantación de bravatas sin fruto debe incorporarse el reciente anuncio del triunviro de la CGT por el moyanismo, Juan Carlos Schmid (Dragado y Balizamiento), de una movilización de la central “en rechazo a la política económica y a la ofensiva sobre los sindicatos” (infobae, 7/7) para fines de mes o agosto –las fechas precisas no son lo suyo.


 


La burocracia fantasea con que los anuncios y las medidas aisladas (de hacerse) puedan disimular su rol protagónico en la coalición del ajuste, a la que han aportado con acuerdos a la baja y flexibilizadores y una tregua infinita a los despidos y todo tipo de avanzadas (como las ejecutadas contra los juicios laborales). Pero desde la volteada del atril en ocasión del paro dominguero de marzo, su desprestigio popular no ha hecho más que crecer, como lo vuelve a revelar el retroceso de los popes sindicales en las listas electorales por “piantavotos”.


 


Con la rúbrica del acuerdo camionero, la expectativa de algunos sectores de que los Moyano representarían una suerte de ala "contestataria" de la burocracia cegetista ha quedado, una vez más, desmentida de plano.