Desde el lunes 29, los trabajadores de la multinacional Cargill bloquean el acceso al puerto de Bahía Blanca y están parando por tiempo indeterminado frente al despedido de, al menos, dos trabajadores, luego de haber rechazado el ofrecimiento de retiros voluntarios. El paro impulsado por el Sindicato de Aceiteros de Bahía Blanca-Daireaux se une al de las localidades santafecinas de Villa Gobernador Gálvez y Alvear, en donde se produjeron 40 despedidos.

Cargill se encuentra ofreciendo retiros voluntarios en todas sus plantas con el argumento de “una sustitución de posiciones con perfiles más adecuados al negocio” (La Nación, 6/1). Una manera elegante de abrir terreno a una mayor precarización laboral, sustituyendo personal de planta permanente y con antigüedad.

Los retiros voluntarios suponen un monto superior a la indemnización y operan como una extorsión para los trabajadores. De todas formas, la empresa tiene decidido dar curso a los despidos en cualquier caso.

La empresa, que declara haber incrementado sus ganancias entre 2016 y 2017 (como indica su página web) y se ha beneficiado enormemente con la reciente devaluación, es un pulpo de los agronegocios, una de las principales productoras de alimentos y proveedora de servicios agrícolas, financieros e industriales.

En su reciente visita a Davos, el presidente Macri se reunió con el CEO de la empresa y “trataron temas de inversiones en el país, donde la empresa tiene varios proyectos bajo análisis” (Agro La Voz, 24/1). Lo concreto, por el momento, son los despidos de trabajadores en todas sus plantas de Argentina.

Apoyemos la lucha de los trabajadores aceiteros contra los despidos. Frente al plan de guerra de Macri y todos sus socios, los trabajadores necesitamos un congreso de bases de la CGT y todos los sindicatos para impulsar un plan de lucha nacional frente a todos los despidos en curso, que comience por un paro nacional activo.