La misma noche del 28 de octubre, Humberto Zúccaro, el intendente reelecto de Pilar, despidió a los tres dirigentes del gremio de médicos Cicop y Ampac. Desde hace casi dos años, estos compañeros venían reclamando por aumentos salariales, por la falta de personal profesional en toda la cadena de salud (salitas y hospitales), denunciaron la aparición de personal que no estaba registrado como médico que atendía pacientes, la falta de insumos y la precariedad laboral, tanto de médicos como del resto del personal.

Zúccaro dijo que no iba a dar marcha atrás porque hace un año los médicos habían puesto una corona en la puerta del hospital en señal de duelo por la salud y no podía olvidar la afrenta.

La dirección de ATE local, al igual que el gremio municipal, participan de la “familia” de Zúccaro.

Los médicos convocaron a una movilización contra los despidos de sus delegados. Ese día, Zúccaro movilizó un grupo de cien personas (entre patoteros, alcahuetes, trabajadores de planes sociales bajo amenaza de despido). Repitió que no iba a reconocer los fueros sindicales de los despedidos y alardeó con la impunidad que le daba su reelección con el 52%.

Sin embargo, el corte frente al hospital, apoyado por médicos de los hospitales cercanos, un sector de la dirigencia de la Cicop provincial, con la participación de Nora Cortiñas y con el apoyo de un grupo del Partido y el Polo Obrero, más la importante participación de los trabajadores de Parmalat despedidos, le dieron una proyección que el Municipio no esperaba y lograron que pacientes y empleados se animaran a apoyar el acto.

Hay que rodear de apoyo esta lucha.