Sindicales

23/3/2006|938

Por la segunda recuperación del Sindicato del Pescado

Fuera el convenio negrero SIPA-SOIP


La directiva del Soip, el histórico gremio del pescado marplatense, informó escuetamente que en junio habrá elecciones. Su mandato está vencido, no ha convocado formalmente a las elecciones, pero el proceso electoral está lanzado entre el activismo.


 


El gremio llega a esta instancia atomizado, condenado a dolorosas luchas por empresa, retrasado salarialmente en contraste con la gran reactivación que ha habido, ausente de la gran huelga del puerto que conmovió Mar del Plata y obstaculizó la campaña electoral de Solá el año pasado, y habiendo abandonado el método de la asamblea general que había caracterizado a la nueva dirección no bien cayó la tradicional burocracia de Saravia.


 


Precisamente, hace dos años, la última asamblea general eligió una Comisión Paritaria que debió representar al gremio, con el mandato de la recuperación del convenio del ’75 para todo el sector en negro, de las llamadas cooperativas, que abarca a miles de compañeros, y con el mandato de luchar por un salario equivalente a la canasta familiar para todos los trabajadores.


 


Pero una camarilla capitaneada por el secretario general desconoció a los paritarios de base, expulsó a las dirigentes históricas de la Celeste, Patricia Comparada y María de Mattei, y a los secretarios Gremial y de Actas; usurpó los dineros del sindicato y se arrogó la representación paritaria del gremio. Jamás volvió a convocar, en dos años, una asamblea general, y excluyó del Cuerpo de Delegados al sector en negro que venía integrándose a instancias de una política clasista de unidad de todo el gremio.


 


La camarilla cooptada por la patronal y el Estado se sumó a la “mesa felipista”, desautorizó al secretario gremial para entrar a cualquier planta y rápidamente empezó a hacer los deberes a favor de la poderosa patronal del pescado.


 


Como todo quebrado, el grupo usurpador tuvo que demostrar más que los burócratas de raza. Empezó incorporando los 350 pesos fijos de los decretos del gobierno como “premios” y ahora ha emulado al ministro francés De Villepin con un convenio para “nuevos trabajadores” de la actividad, firmado con la Sipa, la cámara del sector.


 


Este convenio firmado ha sido redactado directamente por los abogados de las patronales.


 


El convenio alcanza a la jornada laboral: reduce las garantías horarias ante los parates por falta de pescado, elimina la reglamentación de tamaño de pescado (lo que agrava la superexplotación del filetero), va a la baja en materia salarial y precariza el empleo.


 


Es un convenio sin obreros, o sea que no afecta a los que están por el convenio ’75 (ultraactivo), pero como la mayoría del gremio está en negro, han empezado a “blanquear” plantas en estas condiciones; convierten en blanco las negreras condiciones laborales del sector en negro.


 


Esto cuando después de la devaluación, los poderosos pulpos de la actividad exportan anualmente más de 2.000 millones de dólares y se han ampliado los cupos y concesiones de pesca hasta poner en riesgo el recurso.


 


El convenio Sipa-Soip, por otra parte, permite que los jóvenes trabajadores ingresen con las nuevas condiciones en las viejas plantas. Produce una división obrera que abre la puerta a la flexibilización de toda la actividad. Despiden a los que quedan y los hacen pasarse a las nuevas condiciones.


 


El convenio negrero conmociona al gremio. Se ha impuesto en un par de plantas, Giorno y Mardi, pero comienza a ser resistido en otras. El argumento de los nuevos burócratas es que es mejor un blanqueo flexible que el trabajo en negro o el desempleo. Contra un argumento similar un millón de estudiantes y la clase obrera francesa en su conjunto están dando vuelta Francia.


 


Cuando los telefónicos, los subtes, los petroleros de Las Heras, los camioneros de los súper, luchan para recuperarse de la flexibilidad, la burocracia del Soip la introduce. Está a contramano.


 


El plenario de la Celeste Histórica ha votado una gran campaña contra el convenio Sipa-Soip, llamando a constituir comisiones obreras por plantas para rechazarlo y a organizar el blanqueo pero con el convenio del ’75, como se logró en Guerrero e Hijos, Plozevet, Ostramar, entre otras, con nuestras compañeras a la cabeza.


 


Los 1.900 pesos de básico, la anulación del Sipa-Soip y la defensa del convenio del ’75, la expulsión de la burocracia y la soberanía de la asamblea general, serán los ejes de la Celeste Histórica, que emprende la segunda recuperación del Soip.