Sindicales

18/6/1998|589

Por qué liquidan la “propiedad participada”

“Los empleados prefirieron cobrar algo a no cobrar nada” (Página 12, 31/5).


Así, primero en YPF y ahora en las telefónicas (Telecom y Telefónica), los Programas de Propiedad Participada (PPP) están siendo liquidados.


De este modo, los PPP en lugar de abrir las puertas al “capitalismo popular”, se revelaron simplemente como un instrumento para rebajar los salarios e imponer una mayor superexplotación, con el pretexto de la futura participacipación en los dividendos. Cumplido ese papel, los PPP están siendo enterrados.


Realidad


Junto a las privatizaciones, el gobierno había establecido que entre el 10 y el 20% de las acciones, según los casos, fueran a manos de los trabajadores, que las adquirían con los dividendos que esas acciones irían produciendo a lo largo del tiempo. El precio de la acción era el mismo al que lo habian comprado los privatizadores como Telecom o Telefónica. Como no tenían que desembolsar ni un peso y las acciones se compraban con su propio dividendo, estos PPP tuvieron una amplia adhesión en los trabajadores de todas las empresas privatizadas.


El precio original del PPP de las telefónicas fue de aproximadamente 0,19 pesos por acción y ahora su valor es de 3,50. Esta valorización accionaria —18 veces— se explica por los enormes beneficios de Telefónica y Telecom, a lo largo de 7 años de monopolio exclusivo de la telefonía básica.


Los trabajadores telefónicos no participaron ni vieron un centavo de esos enormes beneficios. Peor aún, hubo despidos, racionalización, congelamiento de salarios, prolongación de la jornada de trabajo. Con el argumento de que “ahora todos somos propietarios de las empresas”, la burocracia llevó adelante una rigurosa política de colaboración con la patronal y entregó incondicionalmente el convenio de trabajo. Más aún, en todos las empresas privatizadas hay convenios de empresa con claúsulas de flexibilidad laboral más intensas que en el resto de los gremios.


Mientras tanto, como los trabajadores no podían disponer de esas acciones, estuvieron obligados a ‘sindicarse’ para actuar como supuestos accionistas. Las acciones quedaban depositadas en un banco fideicomiso, que fue cobrando una comisión.


A la hora de vender las acciones, hay otros perjuicios. El banco vendedor cobra una comisión. Por ejemplo, en el caso de YPF, “hubo que apartar 1,5 millón de dólares para enfrentar sentencias judiciales de los despedidos de la emrpesa y pagar 12,5 millones de dólares a los bancos intermediarios” (Clarín, 17/7/97).


Pero, además, como la venta de esas acciones es anunciada con bastante anticipación, normalmente se produce una caída en el valor de la acción. En el caso de YPF “el momento de la venta coincidió con un bajón generalizado en los mercados de capitales. Por eso, por cada acción se obtuvieron 29,25 dólares contra los casi 33 estimados la semana anterior” (ídem).


En el caso de las telefónicas, el precio de venta de cada acción sería de 3,50 por unidad. “Pero si cae por debajo de ese precio — como ocurrió el viernes, en que cerró a 3,27 — la gente cobrará el valor bursátil. A los telefónicos puede pasarles lo que a los trabajadores de Gas Natural BAN, que recibieron una oferta de $ 1,20 y terminaron pagándoles 1,05 por acción, el mismo día en que el Estado vendió a 1,27… En el caso de YPF, Salomon Brothers ganó 100 millones en tres días por el solo hecho de que la acción bajó de 33 a 29 cuando vendieron los empleados y luego volvió a 33” (Página 12, 31/5).


Si en nombre del PPP las empresas mantuvieron un riguroso congelamiento salarial, ahora tras el dinero que recibirán los trabajadores por la venta de las acciones utilizarán este argumento para oponerse a cualquier aumento de los salarios.


La liquidación de los PPP ayudará a clarificar la extrema superexplotación de los trabajadores de las empresas privatizadas. Por eso, la tarea inmediata es plantear la derogación de los convenios de empresa y el aumento de los salarios.