Sindicales

27/2/2014|1303

Por un encuentro sindical en la claridad

encuentro sindical en la claridad

Las secciones sindicales de los diarios han venido informando, desde hace tiempo, de pronunciamientos comunes entre el “Pollo” Sobrero y el “Perro” Santillán, en lo que equivale a un acuerdo político. El “Pollo” es un dirigente ferroviario combativo (línea Sarmiento), que integra históricamente las filas de Izquierda Socialista en el Frente de Izquierda. El “Perro”, por su lado, que acaba de conquistar la dirección del sindicato de municipales de la ciudad de Jujuy, ha sido el dirigente histórico de la CCC y del PCR y, más tarde, durante ocho años, ocupó la secretaría de Derechos Humanos en la gestión radical de la capital jujeña. En las elecciones de octubre pasado, apadrinó una lista rival al Frente de Izquierda en la provincia, en una alianza con Marea Popular -la lista de Claudio Lozano y Marta Maffei, en la ciudad y provincia de Buenos Aires, respectivamente. Desde esas trayectorias políticas, acaban de tomar esta iniciativa donde se pretende “la unidad del sindicalismo combativo”; más precisamente, “a todos los sindicatos, comisiones internas, cuerpos de delegados y trabajadores que estén dispuestos a unirse en la acción, más allá del encuadramiento en las centrales sindicales y organizaciones nacionales a las que pertenezcan”.

Una “unidad de acción” que puntualiza su condición de transversal respecto de centrales sindicales y sindicatos, equivale a la formación de un bloque político dentro del movimiento obrero. Sin embargo, un bloque político no puede tener por base solamente la “unidad de acción”, sin asumir, por definición, un carácter confusionista. El Sutna (Sindicato del Neumático) de San Fernando ha convocado a varios plenarios para impulsar acciones reivindicativas. La convocatoria a la que nos referimos pretende establecer una Coordinadora Nacional, lo cual ya supone un acuerdo sobre cuestiones estratégicas. En lugar de discutir sobre esas cuestiones, el latiguillo de la “unidad de acción” disimula, en cambio, un acuerdo entre tendencias que, en la lucha política que se desarrolla en el país, han tomado posiciones divergentes. No solamente esto. Una de ellas, el Frente de Izquierda y los Trabajadores, ha mostrado un claro crecimiento, obtenido casi un millón trescientos mil votos y derrotó al peronismo en la capital de Salta, lo cual significa que ha logrado avanzar como una perspectiva política. La que encabeza el “Perro” no dejado nada en el propósito de alcanzar la independencia política de la clase obrera y en la unión del clasismo y la izquierda revolucionaria con el movimiento obrero. En lugar de proceder a un debate claro entre una y otra tendencia, para delimitar las posiciones respectivas y determinar, sobre esa base, la posibilidad de acciones comunes, se planta el riesgo de introducir por la ventana un bloque político nuevo, que no ha probado su justificación en la lucha política reciente.

Somos partidarios ‘rabiosos’
de la unidad, pero siempre
en la claridad.

Una invitación a sindicatos, internas y delegados a unirse en la acción más allá de sus encuadramientos sindicales, presenta una contradicción: conflicto entre las decisiones que adopte el Encuentro y la Coordinadora, por un lado, y las decisiones de sus encuadramientos, por el otro. Esta contradicción no tiene una salida, digamos, estatutaria, puesto que es esencialmente política. En la década de los ’60, el clasismo estableció, en los hechos, lo que hemos venido a denominar “la soberanía de las decisiones de asamblea”, o sea romper con los encuadramientos, es decir la burocracia, cuando así lo planteaba la lucha de clases y la tendencia de las masas. Ningún Encuentro o Coordinadora podría desarrollar su homogeneidad sin una clarificación de este punto -mucho menos, asumirse como antiburocrática o clasista.

La finalidad de establecer una Coordinadora Nacional fue declarada por Izquierda Socialista en una reunión del Frente de Izquierda, y que el PTS definió como “un polo antiburocrático, donde el clasismo sería de antemano una fracción”. Como se ve, se conoce el ropaje de la propuesta, pero no el contenido político de ella. Se hace una distinción entre antiburocratismo y clasismo, ¿pero en qué consiste, concretamente, esa diferencia? El clasismo se basa en la lucha de clases y caracteriza que los sindicatos deben ser una escuela de lucha y de desarrollo de la conciencia de clase. El antiburocratismo sin aditamentos es ajeno a lo anterior y pretende la vigencia de los principios de la democracia formal en los sindicatos. La simbiosis entre uno y otro, con un lugar pre-establecido para cada uno, demuestra que la “unidad de acción” sería el maquillaje de una conciliación programática que no se explicita, cristalizada en una estructura nacional. Opinamos, por nuestra parte, que el clasismo sería hoy una mayoría cómoda en cualquier reunión sindical de luchadores, ¿por qué entonces disolverlo en el democratismo o suponer que sería una minoría? ¿No se ve, acaso, que el ascenso del Frente de Izquierda ha obligado al izquierdismo democratizante, que ha sufrido una derrota política implacable en octubre, a buscar indiferenciarse del Frente, para sacar del pantano sus planteamientos políticos y estratégicos?

La declaración que oficia de convocatoria a un Encuentro, denuncia, por supuesto, el plan de ajuste en marcha, pero es avaro de palabras para denunciar el rol de las distintas fracciones de la burocracia sindical, y sus alineamientos con los recambios patronales en marcha. ¿Es acaso posible una sólida unidad de acción, que derribe todos los impedimentos que se levantan diariamente contra ella, sin una denuncia política severa de la burocracia sindical y sus alianzas con la burguesía nacional e internacional? La Coordinadora Sindical Clasista ha coordinado diversas iniciativas de acción con la CTA, pero nunca renunciando a delimitarnos de la política de su dirección.

Las limitaciones de la convocatoria al Encuentro que mencionamos, representan una fuerte advertencia al Frente de Izquierda, porque alimenta, en estos términos, una alternativa antagónica a una experiencia positiva de desarrollo de la influencia de la vanguardia en las masas, y contradice las conclusiones de su Manifiesto Político. La crisis política en curso (no solamente en Argentina, como se verifica en Venezuela) ha devuelto a la superficie la vigencia de enormes cuestiones relativas a la autonomía nacional, como la entrega financiera y energética, que exige a los luchadores una posición definida que los delimite del cacareo del nacionalismo burgués. Estamos a muerte por la “unidad de acción” con activistas de inclinaciones chavistas o indigenistas o ciudadanas, pero no a hacerlo en la confusión y menos a habilitar la formación de bloques políticos que perjudicarían al desarrollo de clase del movimiento.

Los partidos que integramos el Frente de Izquierda estamos frente a una responsabilidad. Es nuestro deber ofrecer al debate, en forma pública, un programa, un método y un plan de organización; por esta vía podremos preparar un Encuentro Sindical y su perspectiva. En forma simultánea, debemos impulsar la lucha contra este ajuste en lo inmediato, sobre la base de iniciativas estrictamente prácticas.