Sindicales

1/6/2006|948

Por un subsidio al desocupado

La desocupación trepó al 14.1%


“ El subsidio (al desocupado) es algo absolutamente destructor de la capacidad no sólo de trabajar sino de luchar”.


 


No vino del obispo Casaretto, ni de Funes de Rioja de la UIA. La frase pertenece al “progre” Luis Ostrej, gerente del Instituto de la Vivienda de la Capital, uno de los ibarristas de Telerman. El concepto tiene marca de origen “progre”, recordemos que la CTA históricamente se opuso a un subsidio a los desocupados, promoviendo en su lugar el “seguro de empleo y formación”.


 


Eso exactamente son los pérfidos “planes sociales” con contraprestación laboral que fueron y siguen siendo un factor de superexplotación y de competencia salarial en negro y a la baja. Ahora aggiornados con “adicionales” como los “puestos” del kirchnerista Katz en el municipio marplatense, compuestos por el plan más 450 pesos en negro por 6 horas de trabajo, o de la municipalidad de Capitán Bermúdez, en Santa Fe, del plan más 100 pesos por media jornada laboral municipal. Al igual que los empleos de hospitales del plan más 300 pesos de la cooperadora, como el caso del Hospital de General Rodríguez.


 


Los planes son la base de las cooperativas “techo y trabajo”, “agua más trabajo” y “manos a la obra”. El mismo objeto tiene el plan anunciado y nunca cumplido por el propio Kirchner desde la Rosada de 75 pesos adicionales por “capacitación” sobre los Jefes y Jefas.


 


La realidad es que con estos “empleos”, la desocupación trepó en el primer trimestre del año a 14,1% (11,5%, más 2,6% de los planes), a la friolera de 1,8 millón de trabajadores, a los cuales hay que sumar otro 1,7 millón de subocupados, que trabajan menos que los planes y ganan menos todavía.


 


La burguesía tiene conciencia de esto. El propio gobierno hizo otro anuncio no cumplido: la ampliación del Fondo de Desempleo que hoy no abarca a nadie. Pero es y se sigue proyectando como una aspirina para un cáncer. Como un amortiguador frente a despidos masivos. Se otorga a partir del despedido en blanco, no a partir del desocupado. Resultado, abarca apenas unas decenas de miles de personas que tendrían una cobertura por un período mientras buscan otro trabajo. En nada atiende la enorme desocupación “estructural” de los mayores, de la juventud, de la mujer.


 


El planteo de un subsidio al desocupado de 500 pesos no podría estar más vigente. Si ahora, con tasas de crecimiento del 9% anual, hay tres millones y medio de desocupados, quiere decir que con estas bases sociales hay desocupación para rato.


 


El subsidio al desocupado no puede ni debe tener contraprestación laboral. Es la red contra el hambre del que busca trabajo y no tiene. Es la otra cara del planteo del puesto genuino y de nuestra campaña por constituir bolsas de trabajo, organizando activamente a los desocupados para luchar por ellos y disputar el monopolio de la contratación patronal-estatal, basada justamente en contratos basura, empleos en negro y todo tipo de precariedad laboral.


 


En cualquier parte que existe o existió el subsidio al desocupado está condicionado a la disposición laboral del beneficiario. Lo que rompe no es la “cultura del trabajo”, sino la cultura patronal de violentar incluso las negreras leyes vigentes, porque un subsidio como el que reclamamos elevaría los pisos salariales reales, en lugar de bajarlos como los planes con contraprestación.


 


Bajar la bandera del subsidio al desocupado es una monstruosa concesión a la recuperación capitalista kirchneriana, basada en la más violenta desigualdad social. Levantarlo complementa la lucha por el reparto de las horas de trabajo. Por un subsidio de 500 pesos a todo desocupado mayor de 16 años.