Rebelión docente


El 6 de agosto, día del retorno a las clases, el Suteba La Plata convocó a asamblea. Con la presencia de 1.200 docentes, la asamblea votó parar el día siguiente y volver a hacerlo por 48 horas, el 15 y 16 de agosto.


Casi por unanimidad se votó este plan de lucha que incluye un plenario provincial de delegados para resolver la continuidad de las acciones.


El “no inicio” de clases en La Plata, con asamblea y movilización, empalma con un cuadro de conflictos salariales en cinco o seis provincias, acicateados por el incremento en el costo de vida, que aunque busquen disimular con índices mentirosos ha carcomido nuestros salarios.


El acatamiento al paro fue impresionante: alcanzó un 80% en el distrito y sumó a los docentes de Ensenada y Berisso. Esto es todavía más destacable si se piensa que se realizó bajo la presión de las amenazas del gobierno de efectuar descuentos. Solá y Puiggrós salieron a minimizar la medida, pero el tenor de sus declaraciones no hizo más que reafirmar su preocupación.


Suteba rompió su ostracismo para declarar escuetamente que “100 mil docentes acordaron discutir una agenda paritaria”. Petroccini, de la FEB, reafirmando sin querer nuestra denuncia de las paritarias impotentes y disolventes de la lucha, aseguró que “desde el inicio de las paritarias, en febrero pasado, nunca hemos logrado firmar ningún acuerdo efectivo sobre condiciones laborales”. Seguramente Petroccini ha tomado nota de la situación y por eso ha convocado a un congreso extraordinario para el 14 de agosto para tratar la situación salarial.


El paro de La Plata, junto con Suteba Marcos Paz-Las Heras, y los próximos de 48 horas con Lomas de Zamora y General Sarmiento, preocupan a la burocracia y al gobierno, conscientes de que la rebelión puede extenderse.