Sindicales

31/7/2014|1325

Reforcemos la campaña por el paro activo nacional, por todas las reivindicaciones

MEDIO MILLON DE DESPIDOS

Según el Ieral (Fundación Mediterránea), sólo en el primer trimestre del año, en los conglomerados urbanos, “el número de ocupados ha disminuido en 458 mil personas, 206 mil del mercado informal, 146 mil formales y 106 mil autónomos”. Como la caída industrial lleva diez meses, como la banca informó que en el primer trimestre cerraron 310 mil cuentas sueldos y como en el segundo trimestre la recesión se agravó, cabe suponer que la pérdida de puestos de trabajo supera a la de la crisis 2008/2009.

Marcelo Canton (Clarín, 26/7) informa que una empresa de 20 mil trabajadores -cuyo nombre no informa pero podría ser Telefónica- ha despedido mil empleados. La UOM está ocultando prolijamente la escalofriante cifra de “retiros voluntarios” en Peugeot, con lo que concreta el cierre de su tercer turno. La caída de la producción de limón en Tucumán es del 50 por ciento.

Despidos “por goteo”

El llamado despido por goteo es pavoroso. El corte de 59 contratos en Valeo (reincorporados a medias por conciliación) se conoce por la actitud de lucha del cuerpo de delegados de esa fábrica. Pero el fenómeno es nacional y las 10.000 suspensiones automotrices, así como las vacaciones adelantadas en Acindar, hacen prever un agravamiento futuro.

¿Cómo puede ocurrir esto? Por la actitud del conjunto de la burocracia sindical, oficial y opositora. Al movimiento obrero sólo le cabe como responsabilidad su dificultad para superar el freno, el ocultamiento y la intimidación de las direcciones sindicales.

La prueba está en que, cuando es convocado, responde con todo: así fue el paro petrolero del sindicato de Neuquén, Río Negro y La Pampa de la semana pasada, por el despido de 77 obreros de la refinería Renesa. O las luchas tenaces que se producen cuando hay un cuerpo de delegados dispuesto -sea en Lear, Valeo, Calsa, Weatherford, o aún Gestamp.

La burocracia sindical asume la recesión como un mal inevitable y en lugar de organizar a los obreros frente a ella, los contiene. Más bien explota la situación, asociada con la patronal, para controlar políticamente al colectivo obrero mediante el miedo. Como Débora Giorgi, los burócratas sindicales se fijan en “los que quedan”, por eso vamos camino a estas alturas al despido de un 5 por ciento de toda la fuerza laboral, los cuales, considerando las familias de esos trabajadores, son millones de argentinos. Esto refuerza a las patronales que atacan el activismo, sea o no de izquierda. Si es de izquierda más todavía, porque dominan mejor y más consecuentemente las posibilidades de la lucha obrera.

A los sindicatos no les conviene perder afiliados ni peso social. Pero hay algo más fuerte que domina su política: la subordinación a la política capitalista, sea por el lado del gobierno K o de su oposición tradicional, dado que todos son partidarios de descargar la crisis capitalista sobre la espalda popular.

Antonio Caló con sus “tapones altos” -ante la negativa oficial a tirarle algún hueso en torno del mínimo no imponible de ganancias- se aplacó con el aumento de las cuotas de monotributistas y empleadas domésticas a las obras sociales, el clásico canje de caja por “paz social”.

Pero el moyanismo y el resto de la burocracia opositora, que esperó el fin del Mundial, después las vacaciones de invierno, ahora esperaría el desenlace de la crisis de los buitres para no romper la “unidad nacional”. Una unidad que no ha dejado de pagar, pero siempre pasando la factura del ajuste al pueblo trabajador. Sectores moyanistas hablan de parar en septiembre. Sería para pasar el año con alguna medida que los ubique en el andaribel opositor, nada más.

Por todas las reivindicaciones

Nosotros tenemos que insistir y movilizarnos por el paro activo nacional de 36 horas. Contra los despidos, por ganancias, actualización salarial mediante la reapertura de paritarias y un aumento de emergencia a los jubilados. Por todas las reivindicaciones y para enfrentar el ajuste de conjunto.

Despleguemos un programa ante la crisis capitalista para que la paguen ellos: reparto de horas sin afectar el salario, para que no haya un solo despido más; apertura de los libros de las empresas involucradas. Impuesto progresivo a los capitalistas y a la renta bancaria y financiera, abolición de ganancias en los salarios convencionados.

Nuestra convocatoria a la izquierda tiene esta función político sindical. Ganemos la calle alrededor de Lear, Emfer y todas las empresas en lucha, cerremos filas con los docentes que vuelven a la lucha, demos un canal contra la confiscación de ganancias, al tiempo que convocamos un congreso de la izquierda y el movimiento obrero para reforzar una salida de los trabajadores a la crisis.


Nestor Pitrola