Sindicales

1/10/2009|1102

Represión por cuenta y orden de la Embajada norteamericana


El 26 de septiembre, de madrugada, 18 carros de asalto con sus efectivos y dos transportes se instalaron en el interior de la planta de Kraft, cercando militarmente al turno en huelga, unos 400 compañeros en ese momento. Se iniciaba un lock-out armado para preparar el desalojo violento de los delegados y despedidos que hacían permanencia en el interior de la planta.

Antes de eso, una y otra vez, los compañeros superaron los intentos de quebrar la huelga por presión de los capataces o “líderes” y de la burocracia de Daer, lo que fue transformando a Kraft en una de las grandes gestas del movimiento obrero: sólo pudo ser quebrada por la Infantería y la Gendarmería de los Kirchner y de Scioli.


Embajada, gobierno y burocracia


Los Kirchner reprimieron muchas huelgas, pero por primera vez lo hicieron por cuenta y orden de la Embajada norteamericana. La Copal y la UIA exigieron al gobierno terminar con las vacilaciones frente a la “agitación fabril”.


Pero no se trató de un operativo fácil para el gobierno a partir del lugar ganado por la huelga en la situación política nacional. El kirchnerismo puso varias condiciones y atravesó varias disputas políticas internas antes de actuar.


Aníbal Fernández exigió a Scioli intervenir y éste, a su vez, hizo acompañar a las tropas por la Secretaría de Derechos Humanos, lo que resultó novedoso como cobertura de semejante acción “filantrópica” por parte de la Infantería. Pero esto no le bastó a Scioli, quien pidió que el Ministerio nacional acompañara también la acción, de manera que los “derechos humanos” y los “derechos de los trabajadores” fueron defendidos a palos, gases y balas, con el método de que todos dejaran las huellas dactilares para evitar facturas futuras.


Una salida “duradera”


La salida “duradera” –pedida por la representante de Obama– que urdió el gobierno es una truchada: todos los compañeros afuera y media interna despedida. Luego de cinco horas de reunión, el Ministerio de Trabajo produjo una resolución que no fue firmada ni por la patronal ni por el sindicato, ni por la comisión interna, en la que insta a la patronal a considerar “caso por caso” los 86 despidos (con causa, sin indemnización), a “rever” las 36 suspensiones, a pagar los salarios y a aceptar el ingreso a planta de la Comisión Interna. La empresa planteó su rechazo al ingreso de cinco miembros y su permanencia fuera de la planta con pago de salarios hasta que la Justicia determine su responsabilidad en los hechos que le impute la patronal.


Los delegados han planteado la revisión “caso por caso” con su presencia y el ingreso incondicional de la Comisión Interna. Dentro de la planta, la tensión es enorme, a la patronal le está costando poner las líneas en producción –y no sólo por razones técnicas. Se discute la organización de un gran acampe de delegados, cesantes y organizaciones solidarias en la puerta de Kraft, que sea un centro de agitación y organización. Varias comisiones de solidaridad, lejos de desbaratarse, discuten nuevas acciones de lucha. Llamamos a redoblar la movilización por el retiro de la policía de la planta, la reincorporación de todos los despedidos, el ingreso de la Comisión Interna a fábrica y el reconocimiento pleno de los delegados.