Restablezcamos la democracia sindical en el subte

A propósito de la inconsulta incorporación a la CTA y para impulsar un plan de lucha

El fin de semana pasado, los afiliados al sindicato independiente del subte se enteraron de que habían ganado una medalla más: ahora eran también miembros de la CTA, aunque nadie se había molestado por preguntarles su opinión, ni menos requerido su firma. Apurado por los plazos de inscripción para las elecciones de la CTA, que vencen este jueves, al menos uno de los delegados, Roberto Pianelli, ya se había inscripto como candidato en la lista de Yasky. En la semana anterior, el único sector del sindicato que se había auto-convocado para discutir una afiliación a la CTA, el taller Rancagua, había rechazado esa posibilidad y había puesto requisitos de democracia sindical (asambleas de base) para que pudiera llevarse adelante. El cuerpo de delegados había votado la integración a la CTA sin someter la decisión a las bases.

En esa reunión, estuvo presente la mitad de los delegados y lo hizo a favor el 60%, o sea el 30% de la totalidad del cuerpo. Al final del camino se había consumado “un golpe de mano” por parte de una minoría, totalmente reñido con la historia y la metodología del sindicalismo de base. Tampoco fue votada la presencia de delegados en las listas que compiten en la elección de CTA. En suma, la unidad democrática del cuerpo de delegados parece haber quedado suplantada por un régimen de camarillas. En la larga lucha del sindicato del subte, ninguna de las fracciones de la burocracia de la CTA prestó su apoyo con medidas efectivas. Lo único que en este sentido tiene anotado el sindicato son los cortes de vías que fueron acompañados por el movimiento piquetero en los duros años de 2002 a 2005.

Siempre hay argumentos para justificar decisiones por arbitrarias que sean. Aquí se dice que la CTA lucha por la libertad sindical, lo cual es cierto solamente de palabra, y por otra parte el procedimiento utilizado en el subte es contrario a la libertad sindical. Este argumento resulta aún más inconsistente cuando la dirección actual de la CTA ha pasado un acuerdo con Moyano para apoyar la carrera electoral de los K para 2011. Pero Moyano es el tutor de la burocracia de la UTA, que usurpa la representación sindical del subte y firma sus convenios de trabajo. Apoyar esta política significa renunciar a la libertad de los trabajadores del subte a tener su sindicato, no de palabra sino en los hechos, o sea a lucha por su reconocimiento.

Más aceptable es el planteo de que la incorporación a la CTA ofrece al sindicato un paraguas protector, aún más si forma parte del acuerdo Yasky-Moyano. En momentos en que las dos listas de la burocracia de la CTA se han enfrascado en una lucha por la verificación de padrones y de garantías contra el fraude en las próximas elecciones, ninguna de ellas ha cuestionado la afiliación inconsulta y sigilosa de los trabajadores del subte, ni tampoco lo ha hecho la UTA o la CGT. Da la impresión de que la protección en cuestión tiene unanimidad en las cúpulas. ¿Sorpresa? No, porque como ya lo estableció un acta firmada en el Ministerio de Trabajo, el sindicato del subte gozará de todos los reconocimientos de forma pero ninguno de los concretos –como el derecho a negociar salarios, ascensos, bolsas de trabajo o a la huelga. Lo que se ha conseguido, siempre en el papel, es una tregua contra las provocaciones de la burocracia de UTA. Pero semejante protección vale también para esta burocracia, que podrá seguir su trabajo de socavamiento del nuevo sindicato en los talleres y líneas del subte, y colaborar con la patronal de Metrovías en la exclusión de los afiliados al sindicato independiente.

Lo más grave, si aún cabe esto, es que este procedimiento divisionista de incorporación a la CTA ocurre cuando el sindicato tiene previstas medidas de lucha, como la apertura de molinetes esta semana, y varias líneas han planteado paros de 12 horas, planes de lucha y un aumento salarial del 35%. En lugar de reforzar la democracia sindical en tales circunstancias, se la debilita en función de una operación política de la burocracia sindical de CTA y del apoyo a la carrera de los K –¡que dicen que la Anses no puede pagar el 82% y a los jubilados, pero sí para pagar la deuda externa! Una asamblea del sindicato del Ingenio El Tabacal acaba de rechazar también la incorporación a la CTA. No rechazamos, como criterio general, la posibilidad de tal incorporación, pero ella debe estar presidida por un programa propio de los propósitos de esa incorporación: en primer lugar, la oposición a la integración de la CTA al Estado y a la carrera política de los K, y la oposición al apoyo a los patrones sojeros y a la integración en gobiernos provinciales y municipales, como ocurre con la fracción de la burocracia que encabezan Micheli y De Gennaro. Es con esta claridad que podemos proteger a nuestro sindicato.

En nuestra opinión, no es posible aceptar lo ocurrido como un hecho consumado. Varios delegados partidarios de alguna de las burocracias de la CTA, que concurrieron a la asamblea del taller Rancagua, se comprometieron a realizar una campaña de convocatorias de asambleas antes de tomar una decisión. ¿Fueron sorprendidos por los hechos posteriores o los conocían de antemano? En cualquier caso, la decisión debe ser revista hasta que se recojan los mandatos de las asambleas sobre este punto.

No sabemos si alguien se ha preguntado el por qué de tanto empeño y de tantas maniobras para integrar al subte al aparato de la CTA. Es cierto que esto no es de hoy, en tanto la misma constitución del sindicato fue fraguada por un grupo minúsculo que lo inscribió bajo la categoría “simple” y se anotó como comisión directiva sin el conocimiento de las bases. En cualquier caso, creemos conocer la respuesta a todo este empeño: el movimiento sindical del subte abrió una perspectiva nueva para el movimiento obrero frente al sindicalismo burocratizado. En ocasión de la lucha por las seis horas forjó un sindicalismo independiente, combativo y democrático. Ahora tratan de quebrarlo en tanto alternativa para el conjunto de la clase por medios ‘pacíficos’, o sea maniobras. Este es el contenido, nos atrevemos a decir histórico, de las operaciones en su contra –¡luego de una década de fracasos de los ataques y provocaciones directas!

Que se convoquen asambleas para votar un plan de lucha unificado por las reivindicaciones y para que los trabajadores decidan el futuro político-sindical del sindicato independiente aún no reconocido.