Sindicales

29/6/2006|952

Roggio debe irse…

Círculo de Metrovías


En horas, el parasitismo del Grupo Roggio quedó expuesto de manera brutal. El miércoles 21, a las 22:15 horas, descarriló un subte de la Línea D por desperfectos en el mantenimiento de las ruedas. El Cuerpo de Delegados denunció que si el accidente se hubiese producido en horas pico "estaríamos hablando de una tragedia" y no de cuatro heridos leves.


 


El Grupo Roggio recibió en concepto de subsidios 4,2 millones de pesos mensuales en 2004, 5 millones en 2005, 7 millones en lo que va de 2006. Los subtes fueron privatizados en 1994 y desde entonces la cantidad de boletos vendidos por año, subió de 145 a 238 millones por año y las tareas que entonces se hacían con 5.000 trabajadores hoy se cubren con 1.500. Contó con el congelamiento de los salarios durante la convertibilidad y con la desvalorización de los salarios desde la devaluación del peso.


 


A pesar de esta "ecuación", los equipos de Metrovías son obsoletos. Dice un Informe del Cuerpo de Delegados: "desde mediados del año 2001 Metrovías ha dejado de realizar el mantenimiento general de los trenes de todas las formaciones de todas las líneas", al punto que "con toda seguridad durante un período de dos años las formaciones estuvieron acumulando kilómetros sin que se les realice la revisión general". Esta situación no ha variado en lo sustancial al día de hoy. El Informe denuncia que en la Línea D (en la que se produjo el accidente), "las revisiones no cumplen con las normas porque los repuestos que deberían cambiarse son reciclados" y "hay varios boggies con fisuras, que fueron pintados para tapar las mismas", mientras en la Línea B "no se arenan los bastidores de los boggies para detectar las posibles fisuras" de los vagones, y "las cataratas de agua" que caen por las claraboyas "se descargan sobre las instalaciones eléctricas y tableros de 380 V y el Tercer Riel de 600 V", con el riesgo que se imagina. Fuera de la habilitación de kioskos y puestos de venta, Roggio ha importado trenes japoneses que "desechados por el Estado japonés… tienen en la mayoría de los casos un promedio de 50 años de servicio" y requieren de un mantenimiento por encima de la norma.


 


El accidente en la Línea D desnuda la incompatibilidad entre el desarrollo del país y los intereses capitalistas, porque Roggio no es una excepción sino la norma. Plantea la apertura de los libros y que se establezca un control obrero. Pone a la orden del día la elección del Comité de Seguridad e Higiene (planteado en el anteproyecto de convenio cuya discusión está pendiente) con derecho a veto sobre el funcionamiento de los servicios.