Sindicales

4/6/2020

Salta: empezó el juicio contra el patrón asesino que envenenó a sus empleados

El hecho ocurrió en octubre del 2018 en finca El Salto, situada en el departamento de Güemes, de propiedad de Hartmut Torsten Theobald, un patrón ganadero de nacionalidad alemana que tenía a sus peones trabajando en condiciones infrahumanas. Cuando uno de ellos lo denunció en la AFIP y en la Dirección de Trabajo, los envenenó con Furadan, un pesticida particularmente tóxico, asesinando a uno de ellos.


Theobald -cuyo juicio empezó días atrás- está imputado por los delitos de homicidio calificado por el uso de veneno u otros elementos insidiosos en prejuicio de Ramón Casas y por tentativa de homicidio calificado, también por el uso de veneno u otro elemento insidioso, en prejuicio de Benito Soraire en concurso real.


La relación del patrón con sus peones siempre fue tensa, ya que solo les daba como pago por su trabajo $5.000 mensuales, con la excusa de que allí tenían vivienda. Sin embargo, les descontaba la mercadería y carne que el mismo les proveía, por lo que terminaban cobrando $3.000 o menos.


Ramón Casas trabajó cinco años y vivía en una pieza sin servicios, y fue quien lo denunció en la AFIP y en la Dirección de Trabajo. Dos semanas después, Theobald lo envenena y -según denuncian sus familiares- roba los papeles con las denuncias. El obrero le había advertido a la familia que el patrón estaba enojado por la denuncia y lo iba a desaparecer, porque lo vio rondando el rancho armado.


Al mismo tiempo que envenenó a Casas, también lo hizo con Benito Soraire, quien llevaba 30 años sirviendo como peón en la finca, y conocía la denuncia de Casas.


Gracias a que Soraire sobrevivió se pudo conocer toda la trama. Theobald le llevó la carne y chorizo para un guiso y algo de mercadería. Aunque tenía un olor raro, igual lo cocinó, porque no tenía otro recurso. Al comerla, inmediatamente le produjo vómitos. Soraire tomó leche, sospechando del envenenamiento, salió afuera y vio que los perros, que también comieron la carne ya estaban muertos, y escondió lo que quedaba de chorizo y comida en el techo.


Al día siguiente se presentó el patrón, seguramente para ver si ya estaba muerto, y se sorprendió de encontrar a Soraire con vida. Este le pidió que lo lleve al hospital, a lo que Theobald insistió que recién podría llevarlo al otro día. Soraire siguió tomando leche, y finalmente el patrón lo acercó solo hasta la ruta y este llegó caminando a un centro de salud.


Ante la inminente denuncia de Soraire,  Theobald se acercó a la comisaria de Güemes para dar aviso de que “encontró muerto” a Casas y que aparentemente se habría suicidado con veneno, porque había una botella con un líquido en la pieza. Al arribar a la finca, el fiscal y la policía  se dieron con que Casas llevaba varios días muerto, así como cuatro perros, un zorro y dos caranchos, quienes habrían comido los restos de comida.


Soraire sobrevivió, aunque con serias lesiones por los efectos del furadan, y denunció a Teobald, quien quedó inmediatamente detenido.


En tribunales


El juicio continuará hasta el 23 de junio, hasta tomar las declaraciones de otros peones. Teobald pidió declarar y dijo que los hombres no tenían relación de dependencia con él, sino que prestaban servicios como monotributistas. Algo que Soraire desmiente, ya que es analfabeto y nunca hizo ese tipo de trámites en la AFIP.


Todo indica que Theobald será condenado a cadena perpetua, ya que las pruebas son contundentes, tanto por los resultados forenses de Casas, la situación de salud de Soraire e incluso las muestras extraídas a los animales muertos: todos arrojaron la presencia del furadan.


En este juicio solo se está juzgando la responsabilidad de Theobald como autor material y no la del Estado. La Dirección de Trabajo conoció la situación dos semanas antes de producido el asesinato de Casas, y sin embargo no tuvo ninguna actuación. Soraire llevaba 30 años viviendo y trabajando en condiciones infrahumanas; tampoco hubo ninguna intimación, ni nada.


¿Y el gremio de Uatre?  Nunca dijo ni mu. Pero Ramón Ayala, titular nacional del gremio, sí vino a Salta a dar su apoyo al macrista-PJ  Gustavo Sáenz durante la campaña electoral. Claro está que con gremios entregados a la componenda política, los trabajadores nunca saldrán adelante.



Inspección en el cuarto de Ramón Casas


Cuando se indaga sobre las actuaciones de la Dirección de Trabajo, dependiente del Ministerio de Trabajo, admiten que no tienen personal, recursos para viáticos, ni automotores para ir a las fincas para hacer las inspecciones. En caso de que constaten irregularidades, se labran actas; los patrones ni siquiera pagan las multas, porque en el camino, sus abogados voltean las infracciones con chicanas judiciales.


La explotación patronal, que termina en crímenes contra la clase obrera, es una tradición nefasta de la oligarquía. Desde la “leyenda del familiar” -según la cual un anima diabólica se llevaba a los peones que (oh! casualidad) reclamaban por sus derechos en el ingenio El Tabacal, de Robustiano Patrón Costas-, hasta las desapariciones de los activistas en el ingenio Ledesma de Blaquier bajo la dictadura. El patrón alemán Hartmut Torsten Theobald continuó esa tradición de imponer que la explotación puede terminar con la muerte del obrero que se rebela.


Es necesario romper la siniestra tradición con la organización de los trabajadores rurales, independiente del Estado y los gremios vendidos al poder político y a las patronales. La muerte de Costas y las lesiones de Soraire también son responsabilidad del estado.