Sindicales

8/7/2004|858

SOIP Mar del Plata: Alta traición provoca una rebelión obrera

A espaldas de los trabajadores del gremio y contra la resolución expresa de la Asamblea General, del plenario de delegados y de las reuniones fabriles, el secretario general del Soip, Samuel Salas, y los hermanos Luis y Mamerto Verón, firmaron con la Cámara empresarial un acta-acuerdo que intenta sepultar el Convenio Colectivo del ’75 (CCT ’75).


Los delincuentes actuaron, además, al margen del conjunto de la Comisión Directiva.


El acta infame


El acta-acuerdo se presenta como un aumento de emergencia transitorio de 125 pesos, remunerativo pero no bonificable, y absorbe los anteriores y futuros decretos de actualización salarial, de los que la patronal adeuda 50 pesos. Pero detrás de este insignificante aumento se compromete al gremio a un régimen flexibilizador, ya que esta suma es en concepto de presentismo perfecto, es decir que por enfermedad, accidente de trabajo o licencia se pierde. Tampoco está establecido por referencia a la jornada y semana legal o convencional sino “hasta la jornada laboral del establecimiento” (acta acuerdo, 29/6), o sea que tornan obligatorias las horas extras, liquidando así la jornada de 8 horas.


Paz social


El acuerdo regirá durante toda la negociación colectiva y hasta que se acuerde un nuevo convenio colectivo de trabajo. Es decir que durante los meses o años que persista un desacuerdo convencional, futuras recomposiciones salariales se otorgarían mediante el mismo criterio, conformando un salario en base a la esclavitud.


Pero si hasta aquí se ha entregado a la patronal la llave para destruir las conquistas históricas del gremio, el final del acta es el monumento a la traición: “Las partes se comprometen mutuamente a mantener la paz social, absteniéndose de adoptar cualquier medida de fuerza durante el plazo de vigencia del presente, o sea hasta el momento en que se homologue un nuevo CCT” (ídem).


Como la firma de un nuevo convenio está sujeta a la voluntad de ambas partes, la patronal y sus empleados sindicales habrían resuelto la fórmula de la paz social permanente, lo que significa ilegalizar cualquier conflicto y suspender o despedir con causa a cualquier protagonista de una lucha fabril.


Arde Troya


Enterados de la bochornosa vendida, el Cuerpo de Delegados se autoconvocó en pleno y en su totalidad firmó un pronunciamiento de “rechazo al acuerdo firmado el día 29/6 entre el Soip y la Cipa, porque entendemos que significa un grave perjuicio para todos los trabajadores del sector y además una violación al CCT 161/75”. Solicitando “al Ministerio de Desarrollo Humano de la provincia que no homologue dicha acta-acuerdo”. Este pronunciamiento ya fue presentado ante el Ministerio.


Horas más tarde se le arrancó “de prepo” al secretario general “una urgente reunión para el lunes con la Cámara, con la presencia de toda la Comisión Directiva y del Cuerpo de Delegados, para deshacer el acuerdo e ir con Salas a denunciarlo ante el Ministerio de Trabajo”.


Durante la misma tarde, una fábrica que tuvo acceso al acta-acuerdo paró “hasta que se presente el secretario general a dar explicaciones”. Cuando se presentó acompañado por Mamerto Verón, a éste las obreras lo sacaron literalmente a patadas de la fábrica, y el secretario general tuvo que salir custodiado por la policía luego de que tratara de explicar las “bondades del acuerdo” (ver aparte).


Que se vayan


El Polo Obrero en la Celeste y la Comisión Paritaria, protagonista de esta rebelión obrera, ha convocado a concentrar en el Soip a partir de este lunes, con las consignas de exigir la denuncia del acuerdo negrero o que se vayan. Que las resoluciones del Cuerpo de Delegados se respeten, o que se vayan. Que la Asamblea General sea el método de ratificación de cualquier resolución del gremio, o que se vayan. Que el secretario general envíe la cobertura para los delegados paritarios, o que se vayan.


La sublevación en marcha en el gremio, bajo las consignas de aumento salarial del 50% y blanqueo de los 4.500 obreros en negro, indica que el ascenso de las 7.000 obreras y obreros del pescado no será detenido por cuatro rufianes.