No se trata en absoluto de una adhesión al moyanismo. En todo caso, su conducta en relación a la paritaria de Camioneros -con un 19% de aumento anualizado- resultó un balde de agua fría para el subte, cuya paritaria quedó pendiente de una negociación en agosto. Esto porque la directiva filo K levantó, de manera inconsulta, un sólido plan de lucha que, votado en asambleas de líneas, se venía desarrollando en favor de que la AGTSyP fuera integrada a la paritaria con su reclamo del 28% de aumento al básico. En lugar de ello, Pianelli y Segovia (secretario general y adjunto, respectivamente) firmaron la postergación de las negociaciones, según el acta cerrada por Metrovías, por el gobierno y por la burocracia de la UTA, que estipuló una suma fija de un 15% por tres meses. Notable convergencia entre los oficialistas yaskistas del subte y los disidentes moyanistas de la CGT, para frenar los reclamos salariales en el límite impuesto por Cristina y por Tomada. Varias asambleas de líneas y talleres rechazaron el levantamiento de los paros y el acuerdo firmado. Los delegados de esos sectores y otros más impulsaron que, en una asamblea general que se convocó para considerar memoria y balance, se introdujera el tema de la paritaria y la necesidad de retomar el plan de lucha. La oposición de los kirchneristas fue cerrada, lo que evidenció hasta qué punto bajan la línea del ajuste K -aun al costo de una total subordinación a la burocracia de Fernández, lo que implica un golpe al desarrollo autónomo de la AGTSyP.

El paro y la marcha de la CGT, aun con las limitaciones de la burocracia moyanista, operan como una vía de expresión de reivindicaciones del movimiento obrero. La Agrupación Trabajadores de Metrovías emitió un llamamiento a los trabajadores del subte y a la AGTSyP a convocar asambleas para marchar a la plaza, con las consignas centrales y por la inmediata reapertura de la paritaria del subte por el 28% de aumento salarial.