Sindicales

25/5/2000|666

También en docentes se viene el “cimbronazo”

Las elecciones de Suteba, que tendrán lugar en junio, se realizarán en el marco de un nuevo escenario político-sindical.


Existe una fractura de la conducción celeste-aliancista y un incipiente pero firme proceso de revitalización de la vida gremial y del activismo. Se ha conformado una lista única de oposición a nivel provincial, la “Azul y Blanca-Rosa-Verde”, y otros frentes en las principales seccionales. De manera que la oposición estará presente en 25 seccionales que concentran el 80 por ciento de los afiliados.


Integración al Estado


El ascenso de la Alianza al gobierno aceleró la integración de la dirección de Ctera-Suteba al Estado, como lo muestran la aceptación del incentivo docente, que habilita al gobierno a modificar el régimen laboral docente (léase flexibilización), y el levantamiento de la Carpa. Los dirigentes celestes tienen una coincidencia estratégica con la reforma educativa, que los ha llevado a aceptar los planes privatistas del clero y el Banco Mundial. Lo mismo ocurre en la provincia de Buenos Aires, donde Suteba y el ministro de Educación Bordón están negociando 100 proyectos, entre otros los de jornada completa, reconocimientos médicos, que son lesivos para la docencia.


Crisis celeste


La tentativa de convertir el sindicato en un apéndice de la Alianza, sin embargo, ha ido despertando la reacción entre la propia tropa celeste. Esto produjo una fractura en La Matanza, que era su principal bastión y es la seccional más numerosa. Aunque los desprendimientos no siempre están inspirados por una misma orientación ni motorizados por las mismas fuerzas, el aparato celeste también sufrió una escisión en Olavarría y en Mar del Plata. Se constata, igualmente, creciente deliberación y disconformismo en numerosos distritos.


El deterioro político que ha sufrido la Alianza en escasos cinco meses de gobierno se ha trasladado, como se ve, a sus ‘aliados’ sindicales. Este hecho empalma con una reanimación del activismo, coincidente con el creciente protagonismo que se evidencia en el conjunto del movimiento obrero. Por primera vez desde hace bastante tiempo, en seccionales claves del Gran Buenos Aires (como La Matanza, Lomas de Zamora, bastiones tradicionales de la burocracia) las asambleas han rechazado el cronograma de pago en cuotas del incentivo y la ‘paz gremial’ ofrecida por el sindicato. Lo mismo sucede en el interior de la provincia.


Alcance y significado


Este cambio de escenario ha tenido su incidencia en la lista Azul y Blanca (nucleamiento formado por los docentes del PTP con otras fuerzas provenientes del Frepaso y el peronismo). Sus expectativas en la Alianza y sus laderos han quedado rápidamente pulverizadas por la realidad. Los azules y blancos han pasado del “frente antimenemista” a la denuncia de la burocracia celeste. Este viraje reviste, sin embargo, características empíricas, porque no ha sido el resultado de ningún balance.


Aunque la lista Rosa integra la nueva oposición, no ocurre esto con la agrupación impulsada por el PC, lo que se explica por sus ataduras a la burocracia de la CTA. Lejos de ser “la izquierda que se une”, Izquierda Unida volvió a dividirse.


El mérito de la lista unitaria reside en que permite darle al activismo un canal para enfrentar a la burocracia, en especial en ciertas seccionales donde existen chances de desplazarla. La lista arranca, en su declaración de lanzamiento, con una delimitación de la política celeste de sometimiento a los gobiernos de De la Rúa y Ruckauf.


Su limitación, por cierto no menor, es que no expresa un proceso real de homogeneización. Es un mosaico de fuerzas con perspectivas divergentes y un fuerte faccionalismo. Esto determinó que el activismo nucleado en torno a Tribuna Docente, en el distrito de San Martín, resolviera presentarse en forma independiente.


Perspectivas


Están dadas las condiciones para que las elecciones de Suteba se conviertan en un nuevo cimbronazo, luego de las elecciones porteñas.


La campaña electoral debe tener como objetivo desarrollar esta perspectiva. Debe desenvolver un proceso de clarificación que hasta ahora reviste un carácter incipiente. Debe servir para forjar en las filas de la docencia una corriente clasista que dé una expresión consciente a la ruptura de los trabajadores con los partidos patronales.


 


 


En torno al programa de la lista


Al momento de elaborar la plataforma de la lista, se verificó una divergencia importante: La agrupación Ana Sosa, en representación de la Azul y Blanca, y Docentes en Marcha, se opusieron a la denuncia del clero en la educación.


Alegaron consideraciones “tácticas”; a saber, que chocaríamos con las convicciones religiosas de parte de la masa del gremio. Del mismo modo, una denuncia del PJ y la Alianza sería irritante para los activistas radicales y peronistas ‘aliados’. Habría que circunscribir la denuncia a los “gobiernos”.


Pero el ataque contra la educación tiene como uno de sus principales baluartes a la Iglesia. No es un secreto su dominio en la enseñanza privada. A esto se agrega el copamiento que viene ejerciendo en la enseñanza estatal, a través del diseño de los planes de estudio y los contenidos ideológicos de las materias, y en su incursión directa en el quehacer educativo.


Es necesario separar a la religión como una cuestión privada, de la Iglesia como tal, que es una corporación reaccionaria. La postura de la Azul y Blanca y Docentes en Marcha están en contradicción con los propios activistas creyentes, quienes hacen esta distinción a la hora de salir a luchar contra el oscurantismo y la privatización de la educación impulsada por la curia. La ‘adaptación’ no es de los activistas sino de los que hablan en nombre de ellos.