Sindicales

27/6/2018

Télam: el paro y la ocupación pueden ganar

Ningún despido en los medios públicos.

Fotos: Fede Imas y Flor Guzzetti.

“Por medidas  gremiales, el servicio se encuentra temporalmente interrumpido”. El cartel sobresale en rojo en el techo de la página web de Télam. Fue colgado ayer, martes 26, minutos después de que una asamblea de más de 400 trabajadores votara por unanimidad el paro por tiempo indeterminado y la ocupación de los dos edificios en los que funciona la agencia, luego del anuncio de más de 350 despidos. Al día siguiente, una multitud de 1.500 trabajadores se movilizó al CCK, donde se encuentran las oficinas del directorio de la agencia. El gobierno desplegó un enorme e infame operativo represivo. Los trabajadores de la TV Pública pararon y marcharon masivamente para acompañar a Télam. Ese es el camino de unidad de clase para derrotar este ataque.


Ofensiva


Los despidos en Télam fueron largamente anunciados. La patronal fue midiendo el terreno con decisiones provocadoras, como el despido de dos periodistas por un supuesto error en una nota, sanciones extemporáneas con situaciones menores olvidadas en el tiempo, ataques a trabajadoras y delegadas por manifestarse por los derechos de las mujeres, entre otras.


El directorio de Télam, bajo la voz cantante del inefable titular de medios y contenidos públicos, Hernán Lombardi, pretende enmarcar los despidos en el viejo corset de ´la grieta´, con el propósito de valerse del bien ganado desprestigio kirchnerista en materia de gestión de medios públicos.


En distintas declaraciones, atribuyó las cesantías a la necesidad de ordenar los desaguisados del Gobierno anterior, lo que a poco de andar se revela como un simple acto de propaganda, ya que el recorte es generalizado, abarca trabajadores con más de 20 años de antigüedad, tanto en los sectores periodísticos como en las áreas administrativas y de publicidad, cuyo personal está sin tareas desde hace dos años producto de la decisión oficial de quitarle a la agencia el rol publicitario  -con la excusa de la discrecionalidad kirchnerista- para favorecer el curro de la intermediación en la publicidad estatal.



La impostura del verso oficial sobre “meritocracia” y excelencia periodística es más agraviante aún si el vocero es Lombardi, un hombre que lleva más de la mitad de su vida adulta en cargos públicos y nunca ganó un concurso de nada. El ex funcionario aliancista y del gobierno porteño presentó los despidos, además, como parte de un combate global contra las noticias falsas; justo él, que pertenece a un Gobierno que instituyó los “trolls” en redes sociales, para mentir y atacar en redes sociales a la oposición.


Todo lo contrario a la defensa del periodismo, el Gobierno pretende asestar en Télam una derrota ejemplificadora para avanzar en un ajuste brutal sobre los medios públicos. La agencia es probablemente el sector con mayor tradición de organización gremial y de lucha entre todos ellos. En estas horas se habla además de un plan de 400 "retiros voluntarios" en la TV Pública y otro tanto en Radio Nacional. Y viene de desguazar Paka-Paka y otros centros de producción de contenidos.


En defensa de los trabajadores de prensa


Por otra parte, esta lucha se conecta el vencimiento de la paritaria de los trabajadores prensa de la Ciudad, hace dos meses. La “negociación” la monopoliza la burocracia ignota de la Utpba: desde que fueron desplazados los paritarios electos en asamblea, ésta consiste en un trámite administrativo por el cual las empresas consagran rebaja salarial tras rebaja salarial. Las asambleas en las redacciones comienzan a hacer sentir su bronca con acciones que todavía son incipientes.


El Gobierno también aporta, con el desguace de los medios estatales, al rediseño general al que apuntan las patronales de medios en general, sumidas en una crisis histórica, capitalista, de la gestión de la comunicación de masas.


Frente  a la irrupción de las nuevas tecnologías y la interacción comunicativa horizontal con que desafían los nuevos públicos y generaciones, los capitalistas de medios sólo pueden ofrecer, ante la realidad de su propia obsolescencia,  despidos, rebajas salariales, censura, deterioro de los contenidos y las condiciones de trabajo para el desempeño profesional y una queja llorona e hipócrita contra las “fake news”, como si los medios tradicionales fueran paladines de la verdad y el tratamiento objetivo de las problemáticas sociales.


El desarrollo de las fuerzas productivas aplicadas a la comunicación social entró hace tiempo en crisis con las relaciones de propiedad vigentes, algo de lo que no la pueden rescatar ningún ajuste, ni los planes de convergencia, ni la adaptación tardía y errática a los nuevos formatos y soportes, ni siquiera el concurso del Estado con su aparato de subvenciones, medidas y decretos y leyes para acelerar la concentración de empresas y la integración.


En ese contexto, la espontánea reacción de los trabajadores de prensa en general contra los despidos en Télam, con manifestaciones en las redes sociales, fotos de apoyo, asambleas que se preparan y otras medidas, muestra que prima una comprensión, todavía larvada pero de conjunto de la situación, que traduce aún en forma incompleta el hervidero que subyace entre los compañeros, además de la tradicional solidaridad de un gremio que lleva décadas de organización anti-patronal y antiburocrática desde abajo.


En situaciones límite y extremas los debates se saldan a veces en minutos. La ocupación de la agencia, uno de los métodos más desafiantes del orden patronal, fue resuelta por unanimidad casi al comenzar la asamblea. El Sipreba debe convertir  la ocupación en el centro de comando de las luchas del período en el gremio, contra el ajuste en general, por la reincorporación de los despedidos, por paritarias libres, por un aumento de emergencia que recupere lo perdido y se ajuste a la perspectiva inflacionaria presente y por la expulsión definitiva de la burocracia sindical en nuestro gremio.