Tensa… y breve calma

Con una nueva conciliación obligatoria, la totalidad de los químicos de Zárate retomó las tareas. Las empresas se tuvieron que comer la reincorporación de más de cien compañeros, a los que les había ratificado el despido, incluso depositándoles el dinero de la indemnización.


La lucha de los químicos comenzó hace cuarenta días con el reclamo de mejores condiciones de seguridad para los trabajadores que manipulan sustancias contaminantes. Las patronales respondieron con despidos; los obreros, con paro. Ante la continuidad de la lucha, las empresas se comprometieron a reincorporar a los despedidos y pagar las horas caídas. El incumplimiento de este compromiso llevó nuevamente a los trabajadores al paro. En estas condiciones llegó la conciliación.


Sin embargo, el acuerdo es extremadamente precario. No se pagaron las horas caídas. De los acuerdos salariales y convencionales no hay nada resuelto, todo va a negociación. Nadie sabe cuánto durará la actual situación. Al martes, la patronal de Eastman, por ejemplo, no comenzó la producción, a la espera de una completa capitulación del gremio en la reunión programada en el Ministerio.


Empieza a desarrollarse, embrionariamente todavía, la duda de hasta dónde van Nelson Palacios (secretario general de los químicos de Campana) y sus métodos de asambleas informativas. Esta es una lucha que requiere de todas las energías de los químicos, y también del conjunto de los obreros del Polo Industrial de Zárate y Campana. Detrás de los químicos viene el ataque a Siderca, con un convenio nuevo que la patronal tiene en carpeta. Se impone una superación de los métodos de la directiva del sindicato químico. Por el convenio único que ratifique la unidad conseguida en la lucha.


Es necesario constituir una agrupación clasista en el sindicato químico.