Sindicales

2/7/2018

Triunfo clasista en las CTA de Mendoza y Santa Cruz

En una CTA despedazada en tres

El 28 de junio se desarrollaron las elecciones en la CTA Autónoma de Pablo Micheli, el primero de los tres procesos electorales de una CTA despedazada. El dato relevante ha sido la gran elección desarrollada por el clasismo. La Coordinadora Sindical Clasista ganó la CTA de Mendoza, encabezada ahora por Raquel Blas; la CTA de Santa Cruz, junto a las tres regionales de Río Turbio, Zona Norte y Zona Centro; e integró la lista triunfadora en la CTA de Formosa y en la CTA de Eldorado Misiones.



Se trata de un gran paso en la lucha por una nueva dirección del movimiento obrero.



Las elecciones de la CTA, partida en tres, son el escenario de la descomposición final de la dirección centroizquierdista que le dio origen. Veintisiete años después de su fundación, unos anuncian su regreso a la CGT de la cual se escindieron, acusando a los “gordos” de ser un “modelo sindical” agotado  (Hugo Yasky y Pablo Micheli), cuando la CGT es el cimiento en el cual se apoya el pacto FMI-Macri-gobernadores. Otros repiten el plato recalentado de un reagrupamiento detrás de los representantes de la facción de la burguesía opositora del pejotismo del Movimiento Evita, de la Ctep y del Vaticano (De Gennaro-Godoy). Es la evolución de una dirección sustentada en el sindicalismo de colaboración de clase (que tiene integradas en sendas CTAs a innumerables entidades patronales), enemigo del respeto de las minorías a su interior, defensor a ultranza del verticalismo de los secretarios generales y opuesto a la democracia obrera basada en las asambleas y los congresos de delegados mandatados por la base. Esta burocracia sindical ha sido articuladora de las principales  coaliciones patronales de centro-izquierda, desde la Alianza de De la Rúa hasta los gobiernos kirchneristas.



La burocracia sindical  K de Yasky y Roberto Baradel es clave en la sustentabilidad del régimen de Cambiemos y los gobernadores, paralizando a Ctera y Suteba, sus grandes sindicatos, dejando pasar el ajuste capitalista. La CTA-A de Hugo Godoy (la llamada CTA “Perón”) aisló todas las luchas de los estatales contra los despidos masivos.


La CTA-A de Micheli, en particular, es una “central” sin sindicatos adheridos, impotente de garantir el acto eleccionario en ninguna de sus facetas, luego de que Hugo Godoy, de la otra facción de la CTA-A, le cerrara el grifo de las cajas de ATE. Para graficar, fue incapaz de presentar un padrón en tiempo y forma hasta el propio día del comicio. La Lista 3 Naranja, de la Coordinadora Sindical Clasista del PO, debió retirar sus listas en la mayoría de las jurisdicciones en las que se presentó (Bahía Blanca, Neuquén, CABA). La disolución de una  central inexistente devino en un monumental fraude. La existencia de padrones  transparentes y la garantía de una elección democrática sólo se verificó en aquellos lugares en los que el clasismo garantizó el acto eleccionario: Mendoza y Santa Cruz. Ello no le impidió a José Rigane, de Luz y Fuerza de Mar del Plata, anunciar el triunfo de la lista oficialista por 250.000 votos, sufragios que jamás se sabrá de dónde provienen. 


La Coordinadora Sindical Clasista del Partido Obrero interviene en las elecciones de las tres facciones que están dividiendo a los sindicatos que formaron parte de la CTA detrás de cada una de sus camarillas. Llama a los trabajadores de la Central a poner en pie una nueva dirección de la CTA, clasista y antiburocrática, con el método del congreso de delegados mandatados por la base de sus sindicatos miembros.