Sindicales

5/4/2019

Un mes de lucha por salarios en El Cronista

, Delegados de El Cronista en el Sipreba

Los trabajadores de El Cronista se encuentran en su cuarta semana consecutiva de lucha por una recomposición salarial que apunta a recuperar lo perdido con la paritaria 2018, que cerró en un 21% contra una inflación de casi 47%.


Los compañeros vienen implementando distintas medidas, consistentes en retiros de firmas de las ediciones papel y web del diario, asambleas casi diarias, almuerzos comunitarios y retenciones de materiales de entre dos y tres horas en las que no se envían notas para actualizar las webs de los distintos productos que edita la empresa, propiedad del ex diputado Francisco De Narváez.


La demanda de los trabajadores de El Cronista es por un aumento del 20% para reponer parte del deterioro resultante de la negociación 2018/2019. Ese acuerdo, alevosamente a la baja, fue firmado por la Unión de Trabajadores de Prensa de Buenos Aires (Utpba), el viejo gremio fantasma que sólo existe para firmar lo que las patronales le pongan adelante.


Desde 2014, cuando los paritarios electos en asamblea fueron apartados de la negociación por un acuerdo tripartito entre la burocracia, las patronales y el Ministerio de Trabajo de Carlos Tomada, los trabajadores de prensa han perdido contra la inflación un 47% de poder adquisitivo. Cinco paritarias a la baja han sido deletéreas para las familias de prensa.


Cuando el plan de lucha estaba en sus comienzos, la empresa anunció unilateralmente, pero en el marco de un acuerdo no formalizado de cámaras, que otorgaría un 8% de aumento como compensación por la pérdida de 2018. Lo mismo hicieron Clarín, La Nación e Infobae.


El 8% no nació de la benevolencia patronal. Mientras la Utpba se retiraba de la negociación por algún motivo exótico, las patronales lo anunciaron cuando los trabajadores de Clarín y La Nación, en paralelo a los de El Cronista, iniciaban acciones por el salario con asambleas y ruidazos en las redacciones. 


Los trabajadores de El Cronista consideraron insuficiente la recomposición y siguieron con las medidas para forzar una negociación que supere ese porcentaje. La empresa amenazó, entonces, con retirar el 8%. Enterada, la asamblea votó profundizar. La empresa dio marcha atrás, pero se sigue negando a superar ese porcentaje.


Denuncias


Cada una de las fases del plan de lucha de El Cronista es acompañada por acciones de difusión en redes sociales. Estas exhiben el pliego de demandas de los trabajadores del diario pero también contienen denuncias que trascienden la realidad de ese medio en particular y se proponen transmitir un cuadro de situación que describe la miseria salarial que recorre todo el gremio de prensa.


Una de las denuncias que más pegó es la que muestra que el salario básico del redactor, la categoría testigo del gremio, se encuentra un 15% por debajo de la canasta de pobreza que marca el gobierno porteño: un ingreso de bolsillo de $22.784 pesos, contra una canasta de $26.858.


Los actores periféricos al diario, gestores de prensa, consultoras, economistas, entre otros, miran azorados las denuncias sobre lo que ganan los periodistas que leen y con los que se relacionan todos los días. No existe periodista que no intente sobrevivir con entre tres y hasta cuatro trabajos adicionales, algo devastador para la salud física y psíquica de los compañeros.


Así, la campaña de agitación de El Cronista podría sentar las bases para toda una acción de denuncia sobre la situación salarial general del gremio. Orquestada desde el Sindicato de Prensa de Buenos Aires (Sipreba), podría preparar las condiciones para acciones de lucha generalizadas por el salario.


En un gremio asolado por los despidos, el vaciamiento y los cierres de empresa, una campaña por el salario se justifica aún más porque brindaría la posibilidad de una agenda propia de los trabajadores, unificada,  para superar la dispersión que imponen las luchas defensivas contra la pérdida de puestos.  Permitiría confrontar en forma unificada contra la cámara que agrupa a las empresas, que impone una ruina salarial común a todos los medios.


Ahora es cuando.