Sindicales

30/10/2008|1061

Un programa contra las suspensiones y despidos

“Te citan con un escribano, te dicen que la situación financiera mundial está pasando un mal momento y te tratan de convencer para que te vayas”, cuenta un bancario. La propuesta incluye algo que suena conocido: dos años de obra social, indemnización, buenos antecedentes, trámite de seguro de desempleo asegurado. Todos los componentes con los cuales terminamos, hace sólo seis años, con un 22% de desocupados y cortando rutas en todo el país.

Con este método, al menos tres bancos – el HSBC, el Galicia y el Río-  ya han despedido 1.020 bancarios, según denuncia la propia Asociación Bancaria. El Cronista da cuenta de que, con los mismos métodos, un grupo financiero local que incluye una AFJP lleva despedidos 700 trabajadores y se propone llevar la cifra a 1.200, sobre los 9.000 empleados que tienen. En el total del sistema serían tres mil a fin de año; en el Ciudad también hubo despidos hormiga. Los banqueros operan en sigilo, dicen que “para evitar la corrida bancaria” y, sobre todo, para evitar la reacción colectiva. Ante la ola de aprietes y despidos disfrazados de “retiros voluntarios”, el sindicato bancario resolvió un paro general.

Por otro lado, cerca de 10.000 trabajadores de las AFJP están en la cuerda floja. Además, están siendo manipulados para defender “el derecho de opción y de propiedad”. Los compañeros de las AFJP tienen que pasar integralmente al Estado, sin ningún despido, con estabilidad laboral y respeto por sus categorías. Así se enfrenta la conspiración de los privatizadores.
El otro gran ojo de la tormenta es la industria automotriz. Los 300 despidos de contratados en la planta de Renault fueron presentados por la burocracia como una “reducción” que habría evitado cesantías mayores. Así, aceptó sin lucha el despido de un 20 por ciento de la plantilla total de planta (1.500 compañeros). A renglón seguido de este ‘logro’, la autopartista Polimot anunció la reducción de 27 puestos de trabajo; otra, Denso (condensadores y equipos de refrigeración), cortó toda extra y Cargo, una tercerizada, empezó a despedir. En todas las automotrices hay suspensiones; Volkswagen anunció la supresión del cuarto turno. A todo esto hay que sumar las suspensiones generalizadas, durante las cuales se abona el 70 por ciento del salario básico. Para parar esta oleada es necesaria, en forma inmediata, la realización de asambleas de fábrica donde se plantee el reparto de las horas de trabajo sin que se afecte el salario.

La UOM está jugando un papel especial dentro de la política oficial. Primero, en Peugeot hay corte de horas extras y una reducción salarial del 40%. Por otro lado se implementan suspensiones de dos por turno y la perspectiva de la eliminación del turno noche, lo que involucra a casi mil de los cuatro mil trabajadores.

En la seccional Morón se han producido despidos hormiga de activistas en Imsa, Mecanizada Ituzaingó y Meca Castelar, también amenazas de suspensiones en Ecotermo; estas cesantías preparan despidos masivos. Hay que arrancar plenarios de delegados de la UOM por seccional y en todas ellas, oponiendo a cualquier despido la reivindicación del reparto de las horas de trabajo sin que se afecte el salario de bolsillo.

La exhortación presidencial para que no haya despidos es un verso. El gobierno ha paralizado la obra pública y es por eso el principal responsable de los 60 mil pases a libreta de desempleo de la Uocra. El “monitoreo conjunto para preservar el empleo” de la UIA, la CGT y el Ministerio de Trabajo tiene por objeto desarticular los brotes de lucha. Mediante el nefasto (y menemista) “recurso de crisis” (ya se prendió la patronal de Fate) se ignoran derechos obreros de convenio y se ilegaliza preventivamente la huelga.

Si se observan los 500 despidos reincorporados por conciliación obligatoria en Easy y Jumbo, luego del paro y de los piquetes en distintos puntos del país – incluida una represión en San Juan- , o los 435 despidos de General Motors, revertidos también por una conciliación luego de una amenaza de ocupación de fábrica y “llamados frenéticos desde la Casa Rosada a Rosario” (Urg24hs.com), se hace evidente que el parate a los despidos pasa por una lucha enérgica y sin concesiones.

Para reforzar la tendencia a luchar es necesario un programa porque traza una perspectiva. Nos referimos con ello, en primer lugar, al planteo del reparto de las horas de trabajo sin afectar el salario, lo que obliga a la patronal a meter la mano en sus ganancias y, de paso, evita que las saquen del país. Enseguida deben convocarse asambleas para votar planes de lucha, en la perspectiva de congresos regionales y nacional del movimiento obrero para exigir la nacionalización sin indemnización de los bancos, el monopolio estatal del comercio exterior y el control de cambios, el cese del pago de la deuda externa, un programa de obras públicas e inversiones y un aumento de salarios y jubilaciones. Así se podrá contrarrestar la depresión económica mundial con una enérgica reactivación interna.

Hay una batalla política a librar.