Sindicales

12/8/2010|1141

Una fractura de la vieja burocracia que amenaza a toda la CTA

Al cierre de la inscripción de listas en la CTA transcurrió entre denuncias cruzadas, por un lado, y reveladoras definiciones políticas, por el otro.

El degennarismo denunció a Yasky por haber sumado un padrón de 23.000 miembros de los planes “Argentina Trabaja” en el conurbano. La operación estuvo a cargo del funcionario K (y también dirigente de la CTA) Edgardo De Petri. Más afiliados aportaría, en el mismo sentido, el movimiento Evita de Pérsico. Yasky replicó a esas denuncias con los 90.000 planes sociales que “maneja” la Tupac Amaru de Milagro Sala, a quien acusa de apoyar a De Gennaro-Micheli. Si estas manipulaciones con el padrón dieran lugar a impugnaciones, las dos listas de la conducción “histórica” de la CTA ni siquiera tienen un acuerdo respecto del árbitro. Los de Yasky quieren que actúe el Ministerio de Trabajo, pero el degennarismo sólo reconocerá los fallos de la junta electoral de la CTA, donde tienen mayoría. Aunque las dos listas presentan a la elección como “ejemplo de pluralismo y democracia sindical”, la injerencia de los punteros oficiales está a la orden del día. No sorprende, en este cuadro, que Yasky y Micheli deban dedicarle la mayor parte de sus manifestaciones políticas a desmentir la fractura de la Central.

La “autonomía frente al Estado”

Yasky rechaza la etiqueta de “kirchnerista” que le endilgan sus ex aliados, aunque estos no escatimaron esfuerzos por formar una lista única con aquel. El actual secretario general sólo admite ser “sabbatellista” (como si esto no fuera kirchnerismo); y propone “profundizar los rasgos positivos de este proceso y luchar por las cosas que faltan” (Tiempo, 2/8). Para esta finalidad, quiere –dice– una CTA “autónoma” pero “no neutral” en el enfrentamiento entre “el gobierno y la derecha”. Se trata de una versión interesada, esto porque el ataque de los K al 82% no lo coloca a la izquierda de nadie, lo mismo que el pago de la deuda externa (salvo que sea de ‘izquierda’ pagar con reservas y no pagar, o que paguen los capitalistas, sea de ‘derecha’), o el apoyo a los pulpos que practican la minería a cielo abierto, o a la CIA contra Irán. El gobierno que defiende Yasky por izquierda, le replica con la suba de los bonos de la deuda argentina y con a la liberación de precios de las naftas y alimentos, luz y gas.

El espantajo de la lucha contra la derecha es, antes que nada, una coartada para someter las organizaciones obreras al gobierno. Yasky no oculta su propósito de embarcar a la CTA en la carrera de los K para octubre de 2011. Esto es lo que defiende Yasky.

Pablo Micheli, que encabeza la oposición de De Gennaro, tiene coincidencias fuertes con Yasky -vienen del mismo tronco que armó la Alianza y apoyó a De la Rúa. Para Micheli ,un secretario general no debe “ser oposición sistemática a ningún gobierno, pero tampoco hacer la vista gorda” (Tiempo, 2/8). Es falso, la clase obrera no debe apoyar a un gobierno de la burguesía ni cuando le arranca conquistas. La oposición sí debe ser sistemática, de lo contrario no se entiende por qué su fracción en la CTA postuló durante mucho tiempo “un sindicalismo para la liberación”, o sea por otro ‘sistema’ opuesto al que prevalece. Frente a la grosería seguidista de Yasky con los K, Micheli no se ocupa de rebatirla y de destruirla, sino de ofrecer una versión más temperada. No en vano su gente integra gobiernos en provincias y municipios, o son financiados por el Estado. Es así que el mismo Micheli produce la siguiente ‘yaskeada’: “si los comparás con otros gobiernos, éste ha sido uno de los mejores, sin dudas” (Tiempo, ídem) –para colmo dicho a un diario financiado por los K. La tentativa de Yasky para con los “K” es sólo el extremo de una línea de integración al Estado. Por eso, las denuncias de los degennaristas a Yasky sólo transitan por aspectos circunstanciales de su política. Bajo el kirchnerismo, la ruptura entre las dos fracciones ni siquiera tuvo como telón de fondo a las reivindicaciones obreras, sino al conflicto entre la patronal agraria y el gobierno. De Gennaro acompañó a Buzzi en el conflicto del campo, pero esto viene de muy lejos: Buzzi y De Gennaro fueron, junto al hoy kirchnerista Heller, los patrocinadores del Encuentro de Rosario con el propósito de reunir a Binner y una parte del radicalismo en un bloque político –lo que es hoy, en parte, el Acuerdo Cívico y Social. Lo que ahora importa más es que este entrelazamiento con los partidos de la burguesía y la integración al Estado han dado lugar a una quiebra de la vieja burocracia y al peligro de la ruptura de la CTA –que crecerá con el acercamiento de la campaña electoral. A la CGT le ha ocurrido miles de veces: su burocracia se divide en concordancia con los cambios de alineamiento de la burguesía. Yaskistas y degennaristas se acaban de unir para forzar la integración del nuevo sindicato del subte a la CTA, sin el prerrequisito de asambleas y de respeto por la democracia sindical. En Foetra, la fracción de la CTA comparte la dirección con la CGT-Moyano –un anticipo de la presión que Moyano se permite ejercer ahora sobre Yasky para que ‘retorne’ la CTA a la CGT.

Crisis y reorganización política

La quiebra de la vieja dirección de la CTA es la resultante de ese derrotero de sometimiento al Estado y a sus agentes políticos. La campaña electoral no es el escenario del pluralismo, como gustan presentarla las dos fracciones de la burocracia, sino de una desintegración que se ejecuta bajo la batuta de punteros del Estado. Contra este rumbo de mayor integración al Estado y de encaminar a la CTA a la destrucción, se presenta la Lista 3 de Unidad Clasista, que ha reunido como candidatos a 1.600 trabajadores, delegados y dirigentes de todo el país.

El desafío de la Lista 3 es avanzar y reclutar con miras a una fortalecimiento que le permita combatir con eficacia la integración cada vez mayor de la CTA al Estado y la amenaza de que ésta sea destruida. El planteo estratégico de la lista es una CTA clasista, políticamente independiente del capital y capaz, junto a otras organizaciones de explotados, de desarrollar una oposición sistemática al capital y a su Estado, que eduque a los trabajadores en la tarea de construir una sociedad sin explotación.