Una nueva etapa para el movimiento obrero del subte

La decisión de lucha frena ataque de la burocracia de UTA

La decisión del Cuerpo de Delegados del Subte de llamar a un paro de 24 horas, que los medios revelaron que podía ser “histórico”, puso en evidencia que a la burocracia de la UTA no le iba a ser fácil acabar con la representación clasista electa en forma democrática por los trabajadores de Metrovías. Para no ‘chuparse’ un paro contundente, que solamente iba a ser el inicio de un plan de lucha, el Ministerio de Trabajo (consciente además de la descomunal crisis política que afecta a su gobierno) se vio obligado a emitir una resolución que “suspende” el “congreso” trucho que había convocado la directiva de la UTA para expulsar a 21 delegados de Metrovías.

La burocracia de UTA había fabricado una causa por “indisciplina”, que fue usada por su “Tribunal de Etica” para “recomendar” al Congreso la “desafiliación por expulsión” de los delegados y la “revocación” de su mandato gremial. Es claro que la operación contaba con el apoyo activo de la patronal y la luz verde de, por lo menos, importantes sectores del gobierno.

La ‘suspensión’ constituye un nuevo golpe a la burocracia, que hace tres meses había fracasado en el intento de organizar elecciones fraudulentas debido a un implacable paro, que incluyó a parte de los sectores que la secundan. El burócrata Roberto Fernández (secretario general de la UTA) pretendía con las expulsiones correr solo en las elecciones generales que deben realizarse en pocos días, o forzar a los sectores clasistas a concurrir a ellas habiendo aceptado la liquidación del cuerpo de delegados. Desbaratada la tentativa de expulsión, la UTA debería ser forzada a materializar las elecciones en fecha y forma, ya que es evidente que decidirá postergarlas para poder pegar el manotazo frustrado más adelante.

Asambleas, debate y decisión

Para el análisis del proceso político-sindical del Subte es necesario hacer referencia a la deliberación que produjo entre los trabajadores la arbitraria decisión de la burocracia de UTA.

Se realizaron asambleas que, en algunos casos, sumaron a centenares de compañeros. En Rancagua, en una asamblea de una hora, confluyeron los tres turnos del taller y delegados de otros sectores. En Constitución se realizó una asamblea multitudinaria de la Línea C, en la que participaron compañeros de todos los sectores: estación, tráfico y taller; lo mismo sucedió en la Línea A. Aquí se sumaron compañeros de la H, que habían reclamado sin éxito a los “deletruchos” (delegados nombrados mediante fraude) la realización de una asamblea en su línea. En la Línea A se reunió una asamblea de trabajadores de estación, de unos 50 compañeros, con una gran participación de trabajadores con menos de dos años de antigüedad (o sea que no tuvieron la oportunidad de vivir la década de recuperación sindical en los túneles). En la Línea B, asambleas de tráfico durante dos días refrendaron la propuesta del cuerpo de delegados. Había una férrea voluntad de defender lo que para los trabajadores del Subte fue su principal herramienta de lucha de los últimos años.

Estas asambleas y deliberaciones en todas las líneas fueron refrendando la propuesta del Cuerpo de Delegados de parar el martes 2, y votaron un plan de lucha. Quedó expuesta también en todo el subte la propuesta de asamblea general.

La sistemática agresión anti-obrera de la burocracia y el accionar de sus patotas (que tienen por finalidad la liquidación lisa y llana de una organización sindical realmente obrera) han profundizado el espíritu deliberativo de los trabajadores del Subte, por la sencilla razón de que aquello que los medios desprecian como una ‘interna gremial’ es realmente una cuestión estratégica para el movimiento obrero; en primer lugar, claro está, para el subterráneo, pero también para el conjunto del sindicalismo que lucha.

Es necesario agregar que la democracia e independencia de los sindicatos son un asunto que afecta a las diversas clases sociales y al propio Estado puesto que es claro que la regimentación del proceso de trabajo y de los lugares en los que se produce y distribuye la riqueza nacional por parte de una burocracia conspirativa y camarillesca -que escapa al control o escrutinio de cualquier sector popular-, redunda en la restricción de la democracia política, en corrupción y en descomposición política y social. La causa del clasismo del Subte debe ser tomada por los usuarios como su propia ‘causa nacional’.

Es completamente natural que la decisión de expulsar al Cuerpo de Delegados y de barrer con la organización sindical independiente -como la que se empeña en imponer la burocracia de Fernández-, haya planteado entre los delegados y los trabajadores el tema de organizarse en un sindicato nuevo, separado de UTA, que ponga fin a la ingerencia de ésta, incluso desde un punto de vista legal, en una rama de actividad que, por otra parte, se adapta a ello porque está diferenciada claramente del transporte de superficie.

Pero la viabilidad (no ya la conveniencia) de esta alternativa plantea como requisito, previo o simultáneo, derrotar el ataque de la burocracia, porque si la burocracia impone sus planes no dejará lugar para un sindicato nuevo que sea real y efectivo. El planteo de un sindicato nuevo no sirve como un atajo para evitar la lucha contra la burocracia de UTA, sino que plantea, más que antes todavía, la necesidad de una lucha decidida que impida la regimentación de la organización sindical del Subte por parte de la burocracia de UTA.

La actualidad de la reivindicación de un sindicato propio está condicionada a la marcha de la propia lucha, y deberá integrarse con la defensa intransigente del cuerpo de delegados del Subte, en el marco de la UTA, en función de asegurar la independencia y democracia sindicales. No hay que olvidar que, en el marco de la legislación de regimentación sindical vigente, el reconocimiento de un nuevo sindicato es resorte del Estado, o sea que para imponerlo habrá que quebrar la resistencia de este Estado, que está asociado a la burocracia sindical.

La burocracia ya anunció sus intenciones de volver a realizar el congreso trucho. De nuestra parte tenemos el desafío insoslayable (del cual son concientes los trabajadores y el Cuerpo de Delegados) de hacer respetar la realización de las elecciones de delegados (cuyos mandatos vencen ahora) en septiembre. Este desafío plantea una gran lucha. Por eso creemos tan importante asegurar la realización de una asamblea general, aun con los obstáculos que ofrecen las condiciones técnicas del trabajo del Subterráneo. Asimismo, quizá sea necesaria una campaña de firmas y pronunciamientos (por ejemplo asambleas parciales o plenarios) para reclamar la realización de estas elecciones en tiempo y forma.

¿No deberíamos tomar a la provocación de la burocracia de UTA como una oportunidad para arrancar una victoria que permita poner al conjunto del movimiento obrero ante las grandes tareas que le permitirán salir adelante? Si pensamos así, deberíamos convocar al conjunto del movimiento obrero combativo a apoyar la lucha por la defensa de la organización y el Cuerpo de Delegados de Metrovías con una agitación y movilización nacionales.