Desde el 5 de mayo los trabajadores del volante fueron al paro por tiempo indeterminado, dejando la ciudad parada virtualmente por 6 días. El motivo: resistir el intento empresarial de quitar un plus salarial que significaba una rebaja del salario de bolsillo del 27%.

La “red solidaria” armada desde la Intendencia (un conjunto de combis y coches alternativos) no funcionó nunca y sólo sirvió para dividir aguas mostrando quién estaba con el justo reclamo de los choferes y quién no. Aprile y las “organizaciones intermedias” fracasaron asquerosamente en su intento de organizar el carnereaje al paro.

Un rol destacado les cupo a los vecinalistas de la ‘izquierda que se une’, quienes no sólo se prendieron entusiastamente en la organización de la red sino que públicamente salieron a atacar el paro de los choferes, acusándolos “de mantener de rehenes a los usuarios, junto con los empresarios”, primero, y de ser “privilegiados por el sueldo que ganan ” (los choferes). Con lo cual cabe deducir que para el candidato a primer concejal por IU, J. Wolands, no sólo la rebaja salarial no debería haber sido resistida, sino que hay que terminar con los ‘privilegiados’ que tienen un sueldo por encima del promedio general. Todo esto justificado por la necesidad de no dejar a pie a los vecinos de Mar del Plata.

En una ciudad con el índice de desocupación más alto del país, cuyas industrias primordiales atraviesan por una crisis sin precedentes (con la consecuencia de multiplicar la desocupación), la victoria de los choferes de UTA debe transformarse en una orientación acerca de cuál es el camino a seguir por el conjunto del movimiento obrero marplatense.