Sindicales

26/9/1996|512

Victoria en Fiat-Comerc

El lunes 23, en lo que La Voz del Interior caracteriza como un “inesperado giro”, el gobierno de Córdoba decretó la conciliación obligatoria en Fiat Auto —ex Cormec, retrotrayendo la situación al 17 de setiembre. El dictamen del Ministerio de Trabajo provincial dispone que los trabajadores se mantengan en las mismas condiciones que antes del traslado compulsivo a la Fiat y reconoce a la nueva comisión interna (elegida en la lucha) y la jurisdicción de la UOM.


La decisión del Ministerio responde, según el gobierno, a la falta de acuerdo sobre el monto de una “garantía salarial” que la empresa ofrecía para cubrir la pérdida en salarios que significaba pasar del convenio UOM al convenio Fiat (ver nota), aun “cuando el acuerdo estaba muy cerca”.


La verdad es otra. Según los propios funcionarios que dictaron la resolución “aumentaban los temores de que el conflicto se extendiera a otras plantas y que frente a la ex Cormec se realizara el acto central de la protesta del jueves (26)” (La Voz…, 24/9). La Nación coincide en que “fuentes gubernamentales admitieron… que existe temor por las derivaciones que podría tener este conflicto ante la proximidad del paro general” (24/9).


En el volante que distribuyó el PO en la tarde del lunes, antes de la conciliación (“Cinco razones para no levantar la ocupación”) se advertía que “el objetivo  declarado de la patronal y el gobierno es lograr ya la desocupación de la planta, para desmovilizar a los trabajadores y que el paro de 36 horas no se convierta en un factor multitudinario de apoyo a la lucha de los compañeros de Cormec-Fiat”.


El ‘inesperado giro’ del gobierno se debió al temor de una movilización que pusiera en pie de lucha a toda la clase obrera contra el convenio Fiat y la ‘flexibilización laboral’.


Hace sólo un mes, un “cordobazo educativo” reunió 60.000 manifestantes y puso en quiebra la ‘reforma educativa’.


Aún en los términos tramposos de la ‘conciliación’, los trabajadores han obtenido una victoria inobjetable, porque la patronal no pudo bajar el salario y la comisión de lucha electa por los compañeros de Cormec-Fiat fue reconocida como representación de los trabajadores.


Ocupación


Los trabajadores de los tres turnos de Fiat-Auto —ex Cormec— en Córdoba ocuparon la fábrica desde las primeras horas del jueves 19, contra el intento de imponer a la fábrica el convenio Fiat-Smata, que les reduce el salario en un 40% y les liquida vacaciones y la jornada laboral. En las puertas de la planta se renovó constantemente una masa de familiares que alentó y llevó víveres a los ocupantes y se instaló una carpa de la naciente Comisión de Mujeres de los trabajadores en lucha y de la Coordinadora de Desempleados. Los obreros de Perkins, fábrica vecina a la Fiat, se movilizaron en masa hacia los portones, en lo que fue la presencia más nutrida entre todas las delegaciones obreras que se han acercado.


Uno de los primeros actos de la ocupación fue desconocer a la comisión interna y a los delegados de la UOM, y elegir en su lugar una comisión de lucha. En la primer asamblea se fijó un programa que, si es defendido consecuentemente, significaría en definitiva la derogación del convenio Fiat: reincorporación de los despedidos (unos 50 compañeros que encabezaron el rechazo al traslado de convenio); mantenimiento del salario, categorías y antigüedad que tenían en Cormec; el rechazo a cualquier tipo de flexibilización laboral; la incorporación al sueldo de los premios; el rechazo a los tickets canasta. En esta misma asamblea los ocupantes llamaron especialmente a los trabajadores de Ciadea y Transax (las otras dos grandes plantas de Córdoba) a sumarse a la lucha, en la visión de que la movilización de las grandes concentraciones obreras puede sepultar el convenio Fiat en horas.


El 5 de setiembre, los trabajadores de Cormec habían abandonado la planta y cortado la Ruta 9 cuando les llegó el salario con los recortes en las asignaciones familiares y en los tickets canasta. Lo hicieron al margen de la comisión interna y de la UOM, confirmando tendencias de lucha que también existen en otras fábricas —ese mismo día hubo una intensa deliberación en Ciadea y Transax—, pero que no llegaron a expresarse.


Cuidadosamente urdido


A principios de la semana que concluiría en la ocupación, la interna de Cormec, con el guiño de la fracción de la burocracia de la UOM que dirige Jorge Almada, hizo firmar a los trabajadores un petitorio que mandataba a la interna para gestionar la desvinculación de Cormec y su ingreso a Fiat Auto. En el informe oral volcado por la interna, la empresa se comprometía al pago de la indemnización de ley a todo trabajador de la planta y a su posterior incorporación como trabajador efectivo a Fiat Auto, sin antigüedad. Además, se comprometía al pago de un plus como resarcimiento por pérdidas salariales con el nuevo convenio a pagar en 8 cuotas trimestrales, durante dos años. La baja del salario respecto al percibido en Cormec, según los informes volcados por la patronal y avalados por la interna, iba a ser de “sólo el 16%”. Unos cincuenta trabajadores que no firmaron el petitorio fueron despedidos y varios de ellos son los que hoy integran la Comisión de Lucha que desplazó a la interna.


Luego, la empresa tomó los petitorios y convocó individualmente a los trabajadores para hacerles conocer el fin de la relación laboral y la obligación de asumir el convenio Fiat. En este punto se pudrió todo: salió a luz la magnitud de la rebaja salarial (50%), la jornada ‘flexible’ y demás ‘innovaciones’ en las condiciones de trabajo y al día siguiente la planta amaneció ocupada.


Cuestión de Estado


Los máximos ejecutivos de la Fiat se reunieron con Roque Fernández y Mestre en las horas previas a la toma para advertirles de una posible reacción obrera. “Nosotros sabíamos que iba a haber problemas”, declaró un funcionario de la Fiat horas después de la toma. Uno de estos ‘problemas’ era el ‘vacío sindical’ (es decir, el odio a la burocracia) entre los trabajadores de Fiat. La UOM jamás pudo penetrar en Cormec (300 afiliados sobre 1.700), el Smata, que firmó el pacto infame con la Fiat, tampoco. Esto quedó demostrado “en la primera de las asambleas… que repudió tanto a los dirigentes de la UOM, como del Smata y decidió por unanimidad aprobar que la nueva comisión electa es la que representa sus intereses y la que debe continuar las conversaciones”. Al mismo tiempo se planteó en el activismo “la perspectiva de formar un sindicato propio” (La Voz…,  20/9).


En este punto hizo su aparición Lucio Garzón Maceda, abogado laboralista que impugnó en su momento el convenio Fiat, por la ausencia de trabajadores en la ‘negociación’. Ex asesor del Smata y actual vicepresidente de la AFJP Claridad (que incluye varios gremios y está asociada al Banco Provincia), habló ante los trabajadores de Fiat para plantearles tres cuestiones básicas: a) la necesidad de establecer un acuerdo con la patronal de Fiat que preserve derechos de los trabajadores de la ex Cormec, pero no la derogación del convenio Fiat-Smata; b) que “lamentablemente debemos trabajar con flexibilidad”, induciendo la búsqueda de fórmulas que permitan compensar productividad con salario; y c) la necesidad de someterse a una tutela o sombrilla sindical para tener una protección legal. Este fue el punto más enfático de Garzón Maceda y el más resistido por los trabajadores. El abogado indujo a aceptar un sindicato como aliado en la negociación, lo que fue finalmente aceptado con evidentes muestras de desgano. De la mano del abogado (no había otra forma), el Smata se introdujo en las asambleas de la planta ocupada y en las negociaciones que hasta ese momento venía sosteniendo la comisión provisoria, un operativo que tuvo por finalidad colocar a la burocracia como protagonista del conflicto para, llegado el caso, dividir a los trabajadores


Una asamblea crucial


El objetivo número uno del gobierno y la patronal, afirmado a medida que se acercaba la fecha del paro general de 36 horas, fue lograr el desalojo de la planta para evitar la extensión del conflicto e impedir el acto anunciado por la burocracia de la CGT en la puerta de planta para el 26.


Toda la ‘negociación’ de la empresa giró en torno a una propuesta mentirosa y pérfida. Ofreció una “garantía” por la caída del salario que significaba pasar al convenio Fiat y al Smata. Comprometió (en su versión final) un “piso salarial” equivalente al 90% del salario percibido por el trabajador de Cormec en agosto, durante lo que resta de 1996, y del 92% para los siguientes 20 meses. La propuesta, en esta versión, reducía de entrada el salario (en un 10% ahora y en un 8% después), pero además eliminaba la bonificación por antigüedad (un derecho adquirido por los trabajadores). Al reducir el básico en un l0% y 8%, y eliminar la asignación por antiguedad y los adicionales por categorías (que no corren en el convenio Fiat), la reducción salarial superaba holgadamente el 25%. Pero además, el acuerdo por el “piso salarial” regía sólo por 24 meses, para aplicar luego el ‘salario Fiat’ al desnudo, un 50% por debajo de los niveles actuales.


La propuesta patronal intentaba meter pérfidamente el convenio Fiat, porque fuera del “piso” prometido por un tiempo, planteaba la totalidad de las claúsulas esclavistas del convenio en materia de condiciones de trabajo. La propuesta decía que “la asignación de categorías, tareas y perfiles profesionales del personal transferido sea tratada en el marco de la comisión del convenio colectivo de trabajo” (La Voz, 23/9), formada entre el Smata y la patronal Fiat (artículo 47), con exclusión de cualquier representación de fábrica.


La asamblea final


En la asamblea del lunes 23, que duró hasta las 22 horas, los trabajadores resolvieron exigir una “garantía salarial” mayor y el pago de un plus indemnizatorio, lo que la empresa se negó a conceder. En la asamblea reinó una gran confusión, con una mayoría proponiendo el aumento de la “compensación” en dinero y una minoría opuesta a aceptar el convenio Fiat. Se expresó así una divisoria de aguas que estuvo presente desde el inicio de la toma: la mayoría de los trabajadores fueron llevados a aceptar la inclusión en el convenio Fiat con el señuelo de las indemnizaciones y del pago del ‘piso salarial’ por 24 meses. La corriente opuesta al convenio fue creciendo con el vigor de la toma y la cercanía del paro general, pero la divergencia sobre este punto no está cerrada.


El objetivo declarado de la patronal y el gobierno es forzar la decisión de los trabajadores en torno a esta ‘salida’.


El objetivo ‘nuestro’ debe ser arrancar un convenio discutido por los trabajadores, con los representantes electos por ellos mismos, desconociendo el ‘pacto infame’ Fiat-Smata, hecho a espaldas de todos. La única solución es mantener el salario, las condiciones laborales y los derechos existentes en Cormec, derogar el convenio Fiat y arrancar paritarias libres para discutir un nuevo convenio colectivo para todo Fiat Auto.