Watherford: De la Sota, CFK y la burocracia de la UOM

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Los trabajadores de Weatherford de Río Tercero vienen desarrollando una lucha por la reincorporación de los que primero fueron 45 y finalmente 62 despedidos. La lucha incluyó el paro general, marchas por la ciudad fuertemente apoyadas por el pueblo y una carpa bloqueando el ingreso a la planta.

Después de cuatro meses no se han obtenido ninguno de los reclamos, ni la reincorporación ni el reconocimiento de la filiación sindical y la lucha parece haber llegado al final; el grueso de los despedidos está abocado a garantizar el sustento diario a través de changas, sólo unos pocos han obtenido nuevos empleos. Y una parte del sector más activo está en la formación de una cooperativa mientras mantiene acciones legales contra la empresa.

Los despidos fueron provocados por la decisión de los trabajadores de afiliarse al gremio de los Químicos y Petroquímicos ante la negativa de la UOM a organizar la fábrica durante treinta años. Es decir, se trata de una clara persecución gremial.

Un balance necesario

¿Por qué una lucha muy aguerrida, con un joven activismo entusiasta, con un apoyo explícito del pueblo de Río Tercero no pudo conquistar una elemental reivindicación como es el derecho a organizarse?

Contra esta lucha hubo una acción combinada y concurrente de la burocracia sindical de la UOM, y los gobiernos nacional y provincial.

La UOM de Río Tercero mantuvo a los trabajadores desafiliados y desorganizados durante décadas en acuerdo con la patronal, un pulpo yanqui proveedor de insumos para la industria petrolera y a su vez metido en el negocio petrolero: tiene contratos con YPF e interviene en Vaca Muerta. Caló decidió intervenir cuando el conflicto llevaba tres meses y los trabajadores se encontraban en una encrucijada por no poder sostener materialmente la lucha. Pero Caló intervino para obligar a los trabajadores a desprenderse de las alianzas tejidas con la izquierda, con el gremio de los químicos y con el propio pueblo, o sea para darle una estocada final (PO N° 1.324).

Caló, Tomada y De la Sota se declararon, públicamente, “incapaces” para sentar a la patronal a discutir el conflicto, por lo que estaría por encima de los propios estados, al igual que la corte suprema norteamericana y sus fallos imperiales sobre la deuda. En realidad ninguno quiso sentar a la empresa; el Ministerio de Trabajo provincial, lejos de imponerle sus propias resoluciones, amenazó a los trabajadores con sancionarlos si seguían la lucha y el gobierno nacional esperaba que YPF (y Chevron) intercediera con su proveedor. Los trabajadores tocaron “intereses estratégicos”.

Perspectivas

El conflicto ha puesto descarnadamente de manifiesto los intereses que defienden la burocracia sindical y el gobierno. Y, por lo tanto, la necesidad de organizarse con independencia de los gobiernos y sus partidos, y de la organización clasista en los sindicatos para expulsar a la burocracia. En Río Tercero no se han cerrado los conflictos -la UOM Río Tercero nuclea a varias fundiciones y talleres de todo el departamento, los que están colocados en el ojo de la tormenta porque la mayoría de ellos está ligada a la industria automotriz.

Nos planteamos, en el marco del Congreso de la izquierda y los trabajadores, organizar al activismo en la lucha consciente por el gobierno de los trabajadores y el socialismo.

Eduardo Salas