Sindicales
10/5/2001|705
Zanón complota con la secretaría de trabajo para acabar con la junta interna
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La patronal de la cerámica Zanón es una de las tantas super subsidiadas del Parque Industrial de Neuquén. Por ley no sólo tiene insumos más baratos de gas y electricidad, sino que está exenta del pago de impuestos y se le entregó terrenos e infraestructura gratis.
A todo esto debe sumarse que en los últimos años ha recibido créditos oficiales por 8 millones de pesos, los cuales no ha devuelto. Por si fuera poco, en su momento, con aviones y fondos oficiales los directivos de Zanón fueron a Chile para abrir en el puerto de Talcahuano una base que les permitiera exportar desde el Pacífico.
Es decir, una buena parte de los costos operativos de Zanón los pusimos todos los habitantes de Neuquén. También financiamos su expansión en nuevas líneas de producción y la moderna planta de porcelanato.
Producto de la crisis capitalista a escala mundial, Zanón ahora dice que “no le cierran las cuentas”, que está “en crisis”. Sus mercados del sudeste asiático se derrumbaron, la integración con Chile es un cuento y el Mercosur se desintegra.
No obstante, no ha dejado de producir y vender y de abrir nuevas fábricas en otros lugares.
Como toda la super parasitaria burguesía, Zanón implementó todas las medidas de flexibilización laboral e incrementó sus ritmos de producción. Aumentó la “productividad” de sus obreros.
Después de beneficiarse impunemente con esta seguidilla y con la complicidad de la burocracia gremial durante largo tiempo, desde hace un par de años los trabajadores de Zanón y de todo el sector ceramista comenzaron un proceso de organización que tras varias huelgas y conflictos, impidieron el cierre de la planta el año pasado y los despidos masivos, coronando en la elección de una Junta Interna combativa y antiburocrática, más tarde, en la recuperación del sindicato regional.
Los dueños de Zanón ya no pueden descargar impunemente sobre los obreros sus costos; no pueden financiar con mayor explotación su expansión empresaria. Concientes de ello, han montado una provocación sórdidamente urdida con la Secretaría de Trabajo local: deshacerse de la Junta Interna y de la conducción sindical.
Para ello ha dejado de pagar los salarios de marzo. Los obreros con toda justeza han ido a una huelga que ya lleva casi un mes y que se mantiene en las propias puertas de la fábrica para evitar que la patronal saque la producción y vacíe la fábrica, como pretende.
Han acompañado esta medida con movilizaciones, cortes de ruta, una olla popular y han realizado un par de marchas a Neuquén y otra a Centenario. El 1° de Mayo hicieron un acto en la puerta de fábrica.
A la provocación patronal responden con el planteo de que Zanón sea expropiada y puesta a funcionar bajo control de sus trabajadores. Después de todo, hasta desde el punto de vista formal gran parte del capital fijo de Zanón lo puso el pueblo de Neuquén.
También reclaman que se abran los libros si quieren demostrar que están en crisis. Ante este desafío de los obreros, la patronal dejó de hablar de “preventivo de crisis”.
La huelga ha logrado un gran apoyo popular (puesto de manifiesto en las marchas y en el acto del 1° de Mayo, en las colectas, etc.). La huelga comienza a empalmar con reclamos o medidas de lucha de los estatales y docentes y otros gremios de la actividad privada (construcción, sanidad, desocupados, etc.), con lo cual la tendencia a la huelga provincial existe y hay que ayudar a desarrollarla.
El secretario general de los ceramistas dijo: “Nosotros no estamos ni estuvimos de tregua”.
Las centrales obreras tienen un papel que cumplir, más allá de la pertenencia a una u otra de los gremios en conflicto.
Los obreros de Zanón pueden triunfar (la patronal puede pagar las cuatro quincenas en conflicto), hay que doblegar la jugada más de fondo (y evidentemente política) de quebrar a un gremio clasista.
Es lo que está en juego en este conflicto “salarial”.