Sociedad

22/5/2017

A dos años del gas pimienta: violencia y “folklore” en el fútbol


Además de jugarse un nuevo Superclásico, el pasado 14 de mayo se cumplieron dos años del alevoso ataque con gas pimienta por parte de barras de Boca contra los jugadores de River, cuando ambos equipos disputaban los octavos de final de la Copa Libertadores.


 


Hasta el día de hoy no se ha llevado adelante investigación alguna para clarificar a fondo los hechos, que seguramente permitirían demostrar la complicidad necesaria de dirigentes del club y de la policía a la hora de permitir el ingreso con el compuesto irritante a la tribuna local.


 


Solamente están imputados los autores materiales de los hechos, el “Panadero” Napolitano, Blanco y Blas Biglia, socios de Boca quienes poseen probados vínculos con “La 12” y con dirigentes como Amor Ameal, quién fuera presidente del club durante el 2008-2011.


 


Para los dirigentes de Boca no se jugaba sólo “el orgullo” en aquella serie frente a River. En el primer semestre de 2015, el club dirigido por Daniel Angelici había realizado una inversión en jugadores de u$s11 millones para disputar la tan preciada Copa Liberadores.


 


Es decir que una eliminación de Boca frente a River significaba mucho más que las bromas de la rivalidad futbolística. Eran millones de dólares que perdían en premios y no podían cubrir lo que habían gastado para formar el plantel.


 


Además, Angelici se jugaba la reelección a fines del 2015, luego de una gestión de cuatro años con un pobre desempeño futbolístico del club de la ribera, y con sequía de títulos a nivel internacional.


 


Ya en la previa, en las redes sociales se anticipaban “bombas de estruendo, cortes de luz y de agua, entre otras cosas” contra el plantel riverplatense bajo la consigna “pasa Boca o no pasa nadie”. En igual sintonía, una bandera colgada en la cabecera local rezaba “si nos cagan otra vez de la Boca no se va nadie”.


 


Es decir que el ataque con el gas pimienta que se arrojó antes del comienzo del segundo tiempo era parte de un cóctel de hechos extra futbolísticos totalmente planificados, con los negocios y el poder como telón de fondo. Muestra las razones materiales y las profundas causas que motorizaron aquel ataque orquestado o tolerado por una dirigencia empresarial -similar a la que maneja la mayoría de los clubes- y que utiliza a los mismos como caja y marca para grandes negocios capitalistas en perjuicio de los hinchas-socios, del deporte y del fútbol.


 


Lejos de cualquier hecho “folklórico”, como puede ser una broma al rival por un resultado deportivo, lo del gas pimienta expresa la descomposición del negocio del fútbol. Hechos lamentables como este se suceden fecha a fecha.


 


En el último clásico rosarino los dirigentes de Newell´s, en un tremendo acto de irresponsabilidad, ordenaron no abrirle “la manga” a los jugadores de Central mientras caían desde la tribuna local todo tipo de objetos contundentes. Vale destacar que el mismo partido había finalizado prematuramente porque le arrojaron un proyectil en la cabeza a un juez de línea.


 


Hace algunas fechas, barras de Belgrano asesinaron durante el partido, a un presunto hincha de Talleres (que posteriormente se demostró que era hincha de Belgrano) arrojándolo desde la tribuna popular al vacío.


 


La impunidad con la que cuentan barras y dirigentes –con alguna excepción, nunca reciben penas por sus delitos o las mismas son de particular levedad- sólo se puede comprender por el entrelazamiento de estos con el Estado, (sus vínculos con el poder político y los partidos de Gobierno, con el Poder Judicial, la Policía y el delito organizado).


 


Los hinchas y socios que amamos este deporte y a nuestros clubes tenemos que sacar conclusiones de estos hechos, más allá de los colores de nuestra camiseta, para organizarnos y luchar contra estas mafias que hunden cada vez más al fútbol argentino.