Sociedad

18/11/2010|1155

Barcelonofagia

Pocas horas después de la finalización del velatorio de Kirchner, el director de la revista Barcelona, Pablo Marchetti, publicó un extenso artículo en el cual reivindicaba su asistencia al mismo y exaltaba la figura del ex presidente como alguien que habría sido capaz de “unirnos a todos”, al menos desde las jornadas de diciembre de 2001. Cuando aún estaba en la calle el número de Barcelona que se mofaba de la “batraciofagia” a la que se verían obligados los kirchneristas dispuestos a tragarse el sapo de votar a Scioli, el artículo de Marchetti es una abierta invitación a aceptar lo que queda de kirchnerismo como “mal menor”. El artículo, que fue reproducido en numerosos portales de internet (puede leerse en http://lavaca.org/notas/nosotros), concluye con un rotundo “Gracias Néstor” y se coloca en una línea similar a la nota de Pablo Llonto o al post publicado por Andrés Calamaro en su blog (“Viva Néstor Kirchner”), aunque su trascendencia política sea posiblemente mayor. Pocos días después, Marchetti participó junto a Mariano Lucano, otro editor de la Barcelona, de un homenaje a Kirchner realizado por el PJ de la Capital (Télam, 10/11).

Del humor ácido a la ingesta de sapos

El éxito que ha tenido la Barcelona en estos años es inseparable del travestismo del régimen kirchnerista -que se abraza con las Madres mientras paga al FMI y además logra ganarse a las unas y al otro- o que descuelga el cuadro de Videla al tiempo que patotea protestas populares. Desde el llamado “conflicto con el campo”, comenzó a ponerse en evidencia, sin embargo, un progresivo deslizamiento de los editores de la Barcelona hacia el kirchnerismo. Notable, fundamentalmente, en las respuestas a las cartas de lectores, un espacio que se ha convertido, leído entre líneas, en una suerte de editorial de la publicación. A esto se sumó, en el último año, el lanzamiento de un programa de la Barcelona en Radio Nacional.”¿Acaso hubo otro gobierno mejor en los últimos cincuenta años?”, se preguntaban Marchetti y la Barcelona desde hace tiempo, sin siquiera intuir el conformismo implícito en el interrogante -lo cual plantea uno mayor acerca de la contradicción entre la agudeza del humor, por una parte, y el horizonte limitado del humorista, por el otro. Es como si alguien se preguntase si el capitalismo no es el “mejor” régimen social de los últimos dos mil años. Los únicos gobiernos, por otra parte, que importan, no son los que se han sufrido, sino los que se sufren. La pregunta elimina del horizonte un régimen social distinto, lo cual equivale a una extorsión intelectual -“cualquier otra cosa sería peor”. Una suerte de “defendamos el presente contra el futuro”. ¿Contra quién se rebelan, entonces, Marchetti y Barcelona?

Mentite que te gusta

El director de la Barcelona admite que Kirchner tenía “amigos impresentables” como el “pejotismo y las mineras” -es decir que Marchetti no cree en el dicho popular de “dime con quién andas”. Pavada de “compañía”, la cual supone Gioja, Peralta, Brizuela del Moral, Urtubey, Sapag y Das Neves. El asunto es que K tenía, dice, “enemigos aún más impresentables”. ¡Ah! En todo caso, no será Macri, su puente en los negocios con China.

Kirchner, se desubica Marchetti, “fue quien hizo el milagro de juntarnos, de hacernos tomar conciencia de que somos un montón y de darnos cuenta de que hay ciertas cosas que no vamos a permitir”. Marchetti se juega a fondo en su lógica desmoralizante, pues no vacila en concluir con “el convencimiento casi religioso (¡sic!) de que aquello que considerábamos el Mal Menor se transforme de repente en un Bien Aceptable”. La carta del director de la Barcelona pierde, incluso, la acidez que le permitía editar una de las mejores revistas de humor del país.

El Bien mayor

Marchetti sabe perfectamente que el “mal menor” nunca llevó a un “bien aceptable”, sino una sucesión de otros sapos, cada vez más indigestos -su nota invita a tragarlos con alegría. Sobre todo, su artículo se olvida de plantear lo único que no se puede dejar de plantear: que si el kirchnerismo recurrió al “mal menor” fue para recomponer el “mal mayor” -el régimen y el Estado vigentes, sin alterarlos un ápice (la ‘famosa’ “reconstrucción de la política” -como acaba de ocurrir con los Pedraza en Barracas).

Los que fueron a la Plaza unidos por el espanto a los opositores impresentables no tardarán en entrar en contradicción con los impresentables del oficialismo, que fueron al mismo velorio llevando las condolencias de los Pablo Díaz y los Cristian Favale, impedidos de asistir. Aceptar un “mal menor” que se llame José Pedraza junto al conjunto de la burocracia sindical y el punterismo pejotista -ya sea que se llame patotas asesinas o Barrick Gold-; es peor que una borocotización, porque Borocotó vendió su cuerpo, no su “alma”. El verdadero mal es este régimen social opresor y el único “mal menor” son las “molestias” que provocan un piquete, un corte de rutas, una huelga o una revolución.