Sociedad

6/11/2013|1292

Campeonato mundial de ajedrez

Desde el 9 al 28 de noviembre tendrá lugar en Chennai, India, el campeonato mundial de ajedrez de la Federación Internacional de Ajedrez (Fide).


La contienda será entre el actual campeón del mundo, el indio Viswanathan Anand y el llamado "Mozart del ajedrez", el noruego Magnus Carlsen. El ganador se llevará 2,5 millones de dólares.


Ajedrez, historia y política


En más de una ocasión, los enfrentamientos por la corona máxima del juego ciencia han traspasado sus propios límites para colarse como un elemento de la situación política. La más recordada es la puja entre el ruso Bóris Spassky y el norteamericano Bobby Fischer en 1972, llamada "la partida del siglo".


Por aquel entonces, tanto la burocracia soviética como el gobierno de Nixon ejercieron una presión política y psicológica descomunal sobre ambos jugadores. Al final del asunto, Fischer se volvió con la victoria, así como también con una fenomenal capitulación frente a su gobierno en la descalificación del ajedrez ruso. Ello, cuando él mismo había aprendido el idioma del país de la revolución de Octubre para poder leer la más avanzada literatura de ajedrez.


El otro match para señalar es el que disputaron Anátoly Karpov y Gary Kasparov en 1984-1985, en un choque generacional al interior de Rusia. En esta ocasión se cristalizaba el proceso de restauración capitalista en marcha y el comienzo de la Perestroika. Con la victoria del joven Kasparov, la restauración capitalista conseguía su figura simbólica y dejaba atrás la imagen de un Karpov, asociado a la vieja burocracia soviética.


La historia como farsa


En el actual campeonato, los diferentes grupos económicos, mediáticos y sponsors involucrados quieren atribuirle al match un alcance histórico semejante.


Al igual que en el pasado, hay un choque de generaciones: el joven y audaz Carlsen contra el experimentado, pero fuera de forma, Anand. También destacan el hecho real de que Carlsen está, sin duda, en el podio de los mejores jugadores de la historia.


Sin embargo, contra la historia no se puede. La trascendencia de los match de 1972 y 1985 -traspasando el círculo exclusivamente ajedrecístico para ponerse en boca de todo el mundo- fue resultado de que efectivamente se reprodujo simbólicamente, en el ajedrez, una determinada contienda de fuerzas sociales y políticas, vivas y reales.


Lo de ahora es un armado artificial empujado a fuerza de inversiones en publicidad. Los diferentes sponsors, empresas y federaciones ajedrecísticas hacen un esfuerzo mancomunado para exprimir lo más posible el match en busca de un beneficio económico.


Por ello decidieron hacer el campeonato en India y no en Noruega. Se trata de un mercado de más de 1.200 millones de personas. Los organizadores firmaron con el grupo Doordarshan como emisora oficial, para que transmita en vivo a todo el país y pueda vender los derechos a terceros por el mundo (The Hindu, 22/10).


A través de Google y Apple se podrá ver el match desde los teléfonos móviles de todo el planteta (The New of India, 27/9). El Estado indio de Tamil Nadu, de donde Chennai es la capital, invertirá 29 millones de rupias (cerca de 500 millones de dólares) para el encuentro.


Este jolgorio de negociados y elite ajedrecística en nombre de un supuesto despliegue cultural, en favor de India, resulta de una hipocresía absoluta en un país donde hay un 33,5% de analfabetos y un tercio de la población vive con menos de 1,25 dólares diarios, según los propios datos del Banco Mundial.


Aquello de que la historia se repite -primero como tragedia y luego como farsa- no puede ser más oportuno. La utilización del juego más bello creado por el hombre -si no existiese el fútbol-, para un capitalismo en descomposición.