Sociedad

17/6/2021

Coronavirus: el negocio del fútbol hace estragos en la Copa América

También descalificaron por contagios al seleccionado femenino de básquet.

“Si se muere una persona, ¿qué van a hacer?”, lanzó en tono acusatorio contra la Conmebol Marcelo Moreno Martins, delantero y goleador histórico de Bolivia, quien se contagió con coronavirus y quedó afuera de la competencia de la Copa América. La acusación tiene como respaldo que, a dos días de haberse iniciado la competencia, ya se contagió casi el 15% de los jugadores (33), a los que hay que sumar a dos decenas de integrantes de los cuerpos técnicos y trabajadores de distintos servicios vinculados con el certamen.

La indignación del jugador boliviano, que se suma al rechazo a la realización del certamen por parte de varios jugadores y técnicos de distintos planteles, incluida la amenaza de renuncia de “Tité” el histórico DT brasileño, es absolutamente lógica. Aún no está siquiera totalmente en claro cuáles pueden ser las consecuencias a mediano y largo plazo del tránsito por la enfermedad. Pero el show debe seguir.

En un torneo que mueve menos dinero y en el que las decisiones pueden ser más drásticas, el equipo femenino de basquetbol de la Argentina fue descalificado esta semana en la AmeriCup -que se juega en Puerto Rico y es una escala para la copa del mundo de ese deporte que se disputará en el 2022 en Australia- porque los contagios por coronavirus dejaron al plantel sin la cantidad mínima de jugadoras para cubrir todos los puestos.

Los casos positivos de coronavirus, también fueron un problema serio para los planteles que disputaron la fase de grupos de la Copa Libertadores y de la Copa Sudamericana y también para los seleccionados durante la última doble fecha de las eliminatorias para el Mundial Qatar 2022. Pero, ante todo, los negocios.

Para los gobiernos –vale para Alberto Fernández, Bolsonaro o el colombiano Duque-, es un intento de utilizar a los torneos como un distractivo frente a las brutales políticas de ajuste, aunque las rebeliones populares en varios países de nuestra región son las que están condicionando el desarrollo normal del negocio del fútbol y jaquean las políticas ajustadoras.

El vale todo de la Conmebol

Es de tal gravedad la situación y tan firme la decisión de los organizadores de seguir adelante a cualquier costo con la Copa América, que la Conmebol decidió que podían reemplazarse sin límites, durante todo el desarrollo del certamen, los jugadores que fueran afectados por el coronavirus, en una muestra de que lo único que importa es que el torneo se lleve a cabo y que la bolsa se llene.

En el caso del plantel de Venezuela, el más golpeado, la cantidad de contagiados equivale a más de un equipo completo y el cuerpo técnico debió convocar a 15 nuevos jugadores. También son ya varios los afectados y reemplazados de Bolivia, Colombia y Perú.

La mayor preocupación de la Conmebol, de los socios menores como la AFA y de los capitalistas que sacan su tajada del negocio, es que el torneo no se mancille por el eventual contagio de las grandes figuras. En bien de los dólares en juego, la AFA solicitó que se le permita regresar al plantel a la Argentina en vuelo chárter luego de cada partido.

Por su parte, la Conmebol dispuso un verdadero confinamiento para jugadores y cuerpos técnicos durante el mes que dura el torneo. Así, en los hoteles, las delegaciones tendrán cuartos individuales en plantas aisladas y tendrán restricción de circulación fuera de los establecimientos; solo podrán abandonarlos para ir a los entrenamientos y a disputar partidos o por eventuales visitas a centros hospitalarios. Nada tiene esto de deporte, competencia ni recreación y nada indica que esas medidas den resultado.

Los millones de la pelota

Luego de la suspensión del torneo en el 2020 por la primera ola, este año la Conmebol se lanzó a la realización de la Copa a como dé lugar porque está en juego una enorme bolsa de dinero de varios centenares de millones de dólares (se estima que supera los u$s500 millones) y en ese altar se sacrifican las condiciones sanitarias más elementales. La elección de Brasil se decidió en 24 horas y apenas diez días antes de la fecha de iniciación del torneo, luego de que se cayeran las sedes de Colombia y Argentina y nada importó que se tratara de un país donde se reportan alrededor de 2000 a 2.500 fallecidos por día, que ya se está llegando a los 500.000 muertos por la pandemia y a que, en una muestra de la gravedad del cuadro sanitario, la ocupación de camas de terapia intensiva alcanza, en Brasilia y Rio de Janeiro, al 95%; en Cuiabá, al 94% y en Goiania al 93%, que son las cuatro sedes en las cuales se desarrolla el torneo.

En esta decisión de seguir adelante a como dé lugar, se han coaligo todos los gobiernos y las asociaciones nacionales de fútbol, éstas últimas socias minoritarias de la Conmebol, de la cual reciben suculentos fondos. Así, la AFA, que salió entre las primeras a cortar cualquier resistencia a la participación manifestando sin consultar a jugadores y cuerpo técnico, que la delegación argentina iba a estar presente en el pandémico Brasil para disputar la Copa, ya recibió –como las otras participantes- una bolsita de u$s4 millones, que se sumarán a los premios que consiga el equipo por los premios y su participación.

Todos en la misma

Pero, además, el gobierno de Alberto Fernández, que debió recular en su ofrecimiento de la Argentina como sede en el cuadro de la brutal segunda ola de coronavirus, no abrió la boca ante la decisión de que se hiciera en el Brasil de Bolsonaro tan o más afectado que la Argentina. Coherente para quien ofreciera los estadios locales para disputar el torneo, cuando los nuevos contagios diarios se cuentan por decenas de miles en el país.

Tampoco dijeron nada Macri, Bullrich, Acuña y Larreta, que habían puesto el grito en el cielo cuando el torneo se iba a llevar a cabo en nuestro país, en una muestra más de que tanto a unos como los otros poco les importa la salud o la vida de los que ponen el cuerpo.

Nada de extrañar. Es la misma política de impulso a la apertura de actividades en nuestro país, cada vez más generalizada, en el pico de la segunda ola, con la actitud del tero: pegan el grito por la salud y ponen el huevo en los negocios de los capitalistas, con un saldo de 600 o 700 muertes diarias.

Los políticos patronales y los capitalistas que manejan el negocio del fútbol están en la vereda opuesta de los trabajadores y los demás sectores populares que, genuinamente, esperan la posibilidad de ver los partidos de clubes y selección.