Sociedad

11/5/2000|665

“Cría cuervos”

Otra vez una asamblea de jugadores de todas las divisiones del fútbol argentino paró el fútbol por hechos brutales de violencia en las canchas, y otra vez se desataron desde el gobierno de turno todos los mecanismos políticos para reiniciar los partidos, manteniendo en todos sus términos el ámbito de descomposición social generalizada entre la Policía, dirigentes de clubes, políticos patronales y ‘barras bravas’.


El presidente De la Rúa no es sólo “aburrido”; además, es un tipo sin suerte. Para parar la violencia del fútbol debe apelar a la ley 23.184 de su autoría, del 30 de mayo de 1985. La ley se aprobó por un hecho gravísimo que fue la muerte, por la policía, de Adrián Scaserra, un chico de 14 años. 16 años más tarde, los asesinos de Adrián Scaserra siguen impunes y la violencia en las canchas es cada día mayor. No puede haber prueba más contundente, entonces, del fracaso de esa ley.


La ‘barra brava’


Lo primero que hay que dejar en claro es que la más ‘brava’ de las barras es la propia policía. En las divisionales del ascenso, los llamados ‘operativos’ policiales son arreglados directamente entre los dirigentes del club local y el comisario de la zona. Este ‘ arreglo’ se produce sábado por medio, cuando el equipo es local. Del pacto por el llamado ‘operativo’, a que se realicen ‘favores’, hay sólo un paso.


El partido entre Excursionistas y Comunicaciones describe con precisión esta afirmación. “La comisaría 51º, que estuvo a cargo del operativo, no impidió la invasión de la cancha de un centenar de hinchas y no detuvo a ninguno de los agresores. En disconformidad con la labor policial, el juez en lo correccional Eduardo Etcharran le quitó la instrucción del sumario” (La Nación, 30/4). Pero este fenómeno se da sistematicamente, no sólo en el ascenso sino también en las canchas de primera A.


‘Los pibes de la 12’


En todos los clubes de la primera división y del ascenso existe una relación corrupta entre los dirigentes y los ‘barras bravas’. Los dirigentes los utilizan para sus campañas políticas en el club o para las campañas políticas de algunos dirigentes políticos patronales. Los ‘barras’ resultan beneficiados con entradas gratis.


Este idilio de corrupción hoy se encuentra roto. En ningún club de primera existe una única ‘ barra brava’ sino varias, que además en general están peleadas entre sí, aunque su método es el mismo: la extorsión a dirigentes y jugadores.


Desde la quiebra de la barra del ‘Abuelo’ de Boca, que hasta dirigía una Fundación, administraba gimnasios, organizaba rifas por miles de dólares y arreglaba con la dirigencia, estas bandas han entrado en un proceso de brutal descomposición.


En Rosario Central, según un estudio del diario La Capital, de Rosario, en la actualidad existen cinco bandas, de alrededor de mil personas, que tienen ‘apretados’ a la mayoría de los dirigentes del club. Requieren entradas de favor de visitante –pues de local ya entran todos gratis– con comida, micros del traslado y ‘algún dinero’ para ‘ponerse de la cabeza’. Esto pasa hoy en la mayoría de los cuadros de la A.


Los dirigentes de los clubes crearon estos ‘cuervos’ en beneficio propio y son los responsables de que la situación se haya tornado incontrolable.


Ahora, la extorsión de estas bandas está pasando cada día más en dirección a los propios jugadores de los clubes. “Cuando llegué a Independiente, firmé el contrato y al salir me crucé con un grupo de 200 barras bravas. Enseguida me dijeron ‘vos arreglaste tanta plata de sueldo, tanta plata de premios y tanta de prima. Bueno, una parte nos tenés que dar a nosotros’…” (Walter Parodi a Clarín, 30/4).


Un salto decisivo en este proceso de descomposición es Chacarita, donde por primera vez en el fútbol argentino se ha coptado a todas las bandas a la dirección del club. Ahora Chacarita ‘funciona’; los barras son funcionarios del club y están ‘arreglados’, ya sea con favores de la municipalidad, del sindicato gastronómico o del propio club.


Desde la propia cancha se dan las ‘instrucciones ’ a la hinchada. “El presidente de Chacarita Juniors, Luis Barrionuevo, tomó el micrófono de la cancha y arengó a la concurrencia durante un partido frente a All Boys de la siguiente manera: ‘No entremos en provocaciones, vinieron a provocarnos los muertos de Alls Boys pero no son nadie’…” (Adrián Paenza en Veintidós, 27/4).


Barrionuevo, por ahora, es el capo de todas las ‘bandas’, pero las noticias policiales de hace quince días dieron cuenta de la muerte de un barra brava de Chacarita, en un tiroteo en el centro de San Martín, por quedarse ‘afuera’ del actual negocio. Barrionuevo juega con fuego.


Fuera Grondona de la AFA


El presidente de la AFA, como ya venimos denunciado en Prensa Obrera desde hace mucho tiempo, es un peón de los grupos empresarios que manejan el fútbol. Nos referimos a TyC (Torneos y Competencias) y sus socios Clarín, Telefónica y los grupos de inversión yanquis.


Para la AFA, el actual ascenso en las divisionales B, C y D no debe existir más, debe haber fusiones de los cuadros chicos para que se transformen en filiales de los grandes. Sólo debe permanecer profesionalmente un ‘Nacional B’ que favorezca la televisación del fútbol. Las denuncias de los jugadores sobre la situación de las canchas del ascenso, los baños, las medidas de seguridad y los propios sueldos son aterradoras.


“En todos los clubes hay una parte del sueldo en blanco y otra en negro, y para colmo a veces no cobrás ni una ni otra” (Schumeister, arquero de San Miguel, a Clarín del 30/4).


“A los pibes que tienen que firmar el primer contrato les hacen firmar 12 recibos en blanco y luego no les tiran un peso” (Parodi, ídem). “Si se examina las canchas de la D no se puede jugar más” (Tenuta, de Acasusso, ídem). “Cuando jugamos de visitantes volvemos sin bañarnos porque no hay ni agua” (ídem). La AFA deja derrumbar conscientemente el ascenso, por pedidos de sus patrones. Los propios jugadores dicen que el pago de la TV al Nacional B es para hundirlos. “La AFA es millonaria, debería subvencionar a los clubes que no tienen dinero. Es una vergüenza que a los clubes del Nacional B les paguen 8.000 pesos por la televisación de los partidos” (Blanco, de Tigre, ídem).


El fútbol argentino está atrapado y sin salida. Aunque Grondona diga que “todo pasa” , el único que nunca se va es él. Debe renunciar; debe haber una elección democrática de la dirección de la AFA, donde los jugadores, los principales actores del negocio del fútbol, sean quienes decidan los destinos de los clubes y la organización de los campeonatos.


Es una brisa de aire fresco la decisión solidaria de parar el fútbol por la agresión a los jugadores del ascenso. Eso significa que los únicos que pueden organizar el fútbol, como en todos los aspectos de la sociedad, son los propios trabajadores de este deporte.