Sociedad

26/7/2012|1232

Crítica a la ‘crítica socialista’ sobre las drogas

Sobre el artículo en PO 1229

En PO 1.229, una nota firmada por el compañero Diego Mendoza expone la que debería ser (¿es?) la posición de los socialistas en relación al problema de la despenalización de las drogas, particularmente, de la marihuana.


Como integrantes y constructores del Partido Obrero pretendemos cuestionar algunos de los supuestos -presentados como verdades- para construir la nota y la posición pretendidamente socialista. Pretendidamente, porque el método de utilizar vulgaridades como peldaños en la construcción de un razonamiento sólo puede llegar a conclusiones obvias.


La idea resumida sería: "como en el capitalismo nadie es libre por estar alienado bajo relaciones sociales de explotación entonces la única salida al problema de las drogas -y de todos los problemas, ya que estamos- es el socialismo". Para decir esto bien podríamos habernos ahorrado el espacio en el periódico.


Una "crítica socialista" al problema de las drogas debería ser capaz de contener y de elaborar un programa relativo desde el punto de vista de los explotados, no de exponer verdades evidentes, que de interpretarse en profundidad caen en posiciones reaccionarias. Porque si finalmente no existen libertades individuales bajo el capitalismo, entonces habría que ser consecuente con todas las luchas que lo plantean: desde el voto femenino hasta la ley de matrimonio igualitario. Todas las libertades civiles, bajo el capitalismo, se encuentran bajo la loza de la alienación del capital.


El matrimonio igualitario, sin ir más lejos -que fue apoyado por el Partido- también recibió una crítica socialista correcta. Señalar que toda la "igualdad" que podría aportar el matrimonio igualitario consiste en incorporar a las parejas homosexuales a la "desigualdad" en la que ya desarrollan sus vidas las parejas heterosexuales. Los gays de las villas no tendrán ni la comprensión social ni los medios económicos para cohabitar como lo hacen las parejas ricas, que tienen a su disposición numerosos restaurantes, shoppings, hoteles, compañías de viajes que hacen negocios millonarios bajo el rótulo de "gay friendly".


Entonces, levantar una "crítica socialista" con estos argumentos equivale a realizar una especie de ukase moralista sobre lo que debe ser un comportamiento "socialista"; y de ninguna manera un planteo de intervención de clase de cara a los explotados sobre el problema en cuestión.


Los jóvenes sin perspectivas de los que habla la nota no "atenúan" su realidad simplemente mediante el consumo de un porro. Lo hacen por medio del alcohol, del cigarrillo, de excesos de distintas naturaleza en la vida cotidiana, que ponen en juego su vida y, finalmente, también mediante el suicidio, la extinción lisa y llana de la propia vida cuando ninguna atenuación es suficiente para adormecer la angustia existencial de la vida cotidiana.


Entonces, como "críticos socialistas", ¿debemos también salir a proclamar la penalización del alcohol, del cigarrillo, del fútbol, de ciertos programas televisivos y de todo aquello que se consume como medio para atenuar la realidad agobiante? ¿Por qué un programa socialista, que tiene por objetivo cambiar la organización social mediante una acción política de masas, es tan mezquino a la hora de plantear una lucha contra "el embrutecimiento de las masas", limitándose al consumo de marihuana?


En relación a la única verdad que encuentra el articulista -el hecho de que la persecución cae sobre el consumidor- es necesario señalar que las instituciones represivas estatales no necesitan de esta excusa para perseguir a la juventud pobre en los barrios y de las villas, para plantarle pruebas, para forzarlos a cometer ilícitos "para la corona" y para desaparecerlos ante la negativa, como ocurrió con el caso Arruga.


Por último, en la nota se trasluce una grave acusación, que consideramos malintencionada e inaceptable. La especie de que negar la realidad inobjetable de la reivindicación de la libertad individual es contrarrevolucionario resulta un ataque espurio contra la militancia del partido que en forma personal -y como resultado de un desarrollo de su conciencia determinado- decide tomar otra posición. Un socialista debe ser, ante todo, riguroso con la posición que presenta a la base social que quiere representar y educar políticamente. Debe analizar los casos por el lugar que ocupa en un determinado contexto. De otro modo, en lugar de actuar como un tribuno socialista, lo hace como un pretor romano: un panegirista del derecho burgués.


A una cuestión evidente oponemos otra: no todas las drogas significan lo mismo ni una misma droga tiene la misma significación cuando varía el consumidor. Una "crítica socialista" formulada por nuestro partido merece un debate más serio y maduro que una cantidad de posiciones vulgares que abrevan en una conclusión evidente.