Sociedad

28/6/2007|998

De “setentistas” y “noventistas”

Desde que Kirchner está en el gobierno y sacó del baúl la demagogia sobre el “setentismo” (como una manera de vestirse con un ropaje “progre”), mucho se ha escrito sobre el tema.


En general, se identifica la década del '70 en nuestro país como una “década de izquierda” y se la contrapone a la década de los noventa, a la que se caracteriza como de retroceso de la izquierda y de pleno dominio de la derecha (“neoliberalismo”).


Se trata de una falsificación histórica, muy a favor del kirchnerismo en particular y de la burguesía en general.


Quienes militamos en el seno de la clase obrera industrial y los movimientos estudiantiles y barriales de la década del '70, bien sabemos que si algo distinguió, sobre todo a la primera mitad de esa época, es el dominio abrumador del nacionalismo burgués (en este caso el peronismo) en los movimientos de masas.


La izquierda, tomada de conjunto, era absolutamente marginal. El peso del “luche y vuelve”, el regreso de Perón como bandera de lucha de masivos contingentes obreros y juveniles, ponía un norte estratégico contra toda independencia de clase a las luchas de aquel período.


Más quisieran la burguesía y el propio Kirchner tener hoy el dominio que tenían sobre sindicatos, centros de estudiantes, movimientos reivindicativos, que tuvieron en aquella década. Por eso su evocación hoy como una bandera “progre” no es inocente.


El peso del nacionalismo burgués cooptó incluso a corrientes y organizaciones, por ejemplo al PRT-ERP y que luego dio origen al ERP-22.


En cambio, la década de los '90 parió el movimiento piquetero, el bloque piquetero y el Polo Obrero. El PO y la izquierda en general conquistaron bancadas y la dirección de sindicatos de peso. El progreso de la izquierda, superando al nacionalismo burgués, es muy superior en los noventa que en los setenta.


Hoy la burguesía no tiene un Perón que la unifique (hasta donde se pueda) como clase, en primer lugar, y en segundo lugar no tiene un partido (tanto el PJ como la UCR han estallado) que se postule como dirección política de las masas.


De modo que, en lo personal, prefiero que me digan “noventista” y no “setentista”, esto sin renegar ni un milímetro de la militancia de hace 35 años. Porque sin aquélla me animo a decir que no existiría ésta.


Dicho todo esto para desmitificar un poco las modas adjetivantes en curso.


(Plottier, junio de 2007)