Sociedad

30/6/2011|1183

Descendió River: El fútbol argentino se fue a la B

La caída largamente anunciada, al final se transformó en realidad. River nunca logró recuperarse desde que en 2008 salió último.

River fue el club que más operaciones de venta directa y a préstamo ha tenido en los últimos diez años, pero ahora es un club quebrado, con 130 millones de pesos en deudas: 20 millones con los propios jugadores (que por eso están en condiciones de quedar libres). Deberá ir, casi inevitablemente, a la convocatoria de acreedores, con el agravante de una estrepitosa caída de sus ingresos. Como Grecia, Irlanda y Portugal.

Planteles de primera, recaudaciones de segunda

La situación económica y social de River es desesperante. Tiene mil empleados de planta permanente contra seis de Deportivo Merlo. Sus gastos fijos son equivalentes a la suma de todos los equipos de la B.

Los 28 millones de pesos que River recibía de la televisión en directo de sus partidos pasarán a ser cuatro. Posiblemente obtenga algo adicional, pues el gobierno ya sacó la cuenta de que podrá, desde agosto, profundizar su propaganda política en TV, aplicando el mismo sistema que en la primera división. Tendremos, entonces, “River para todos” en la B. La AFA, el principal acreedor del club, ya le adelantó, “a cuenta de “futuros ingresos de TV”, varios millones de pesos.

Las entradas generales, que valen 40 pesos en la A, bajan a 30 en la B, pero de los 38 partidos que deberá jugar River a partir de agosto sólo cobrará entradas en 19, pues en la B no van los hinchas visitantes. Los viajes y las concentraciones se encarecerán al doble, salvo que las hagan caer en calidad. Es el derrumbe de un gigante.

¿Por qué?

Correrán ríos de tinta sobre las razones del descenso y críticas demoledoras a los dirigentes, técnicos y jugadores. Todo ese folclore alimenta a los 40 millones de técnicos amateurs que habitan Argentina.

Más allá de River, hay otros cinco equipos que supieron ser campeones de la primera A que se han ido a la B para quedarse un rato largo (Chacarita, Ferro, Quilmes, Huracán y Rosario Central).

El fútbol argentino de estos últimos diez años se ha nivelado hacia abajo en forma pronunciada. Incluso si en el sistema de “promociones” no existiera la llamada “ventaja deportiva”, que da ganador al cuadro de la categoría superior en caso de empate, tendríamos en la actualidad diez cuadros de la A en la B, es decir la mitad de los actuales veinte cuadros de la primera división.

Futbolísticamente hablando no tenemos una A y una B sino dos B, como lo muestran Godoy Cruz, All Boys y el propio Olimpo, que juegan de igual a igual con los tradicionales equipos de la primera, y mejor afincados, por sus promedios, que Boca e Independiente. Los clubes, en Argentina, salvo excepciones, están todos al borde de la quiebra.

La A tiene un inmenso deterioro futbolístico y económico y una sangría de jugadores de las más altas del mundo. Aunque las grandes ligas tienen menos jugadores que antes, los mercados rusos, de los ex países del este, los mexicanos, yanquis y de casi todos los países de Sudamérica se han abierto a jugadores y técnicos. Bielsa está cotizando para entrar en Italia, luego de su paso por Chile.

En el mundo, más de 900 futbolistas profesionales que jugaron en la A están jugando afuera del país, la mayoría de ellos malvendidos por las necesidades de los clubes que los formaron. Estos ya ni siquiera reciben los derechos totales de las ventas de esos jugadores, que han quedado en manos de grupos inversores; miles de jugadores ni siquiera son vendidos pues han creado la figura del “préstamo con derecho a opción” que siempre es una pérdida para el club.

Las reiteradas estafas de los dirigentes, la descomposición y violencia sin límites de las barras creadas por esos mismos dirigentes, el manejo del fútbol como instrumento político de los distintos gobiernos patronales, agudizados con el kirchnerismo, han derrumbado a un equipo con 110 años de historia, con 33 títulos y millones de hinchas, y a todo el fútbol local.

Descendió River, pero es el fútbol argentino el que se va a la B.