Sociedad

16/8/2007|1005

Fútbol: De un crimen a otro, “el cambio recién empieza”

El fútbol argentino ha entrado en una crisis terminal. El campeonato pasado culminó con un asesinato en la cancha de Nueva Chicago. Este campeonato empieza con un nuevo muerto, y sólo es el principio.


Se han escrito ríos de tinta sobre las barras bravas y la complicidad de los dirigentes con ellas. Todo es cierto. Pero ahora la mayoría de los dirigentes del fútbol han perdido el manejo real de las barras; las mantienen pero no pueden salir del propio monstruo que crearon y siguieron alimentando. La realidad es que existe un desborde absoluto. La mayoría de las bandas han entrado en un proceso de descomposición social. Las últimas decisiones nefastas de la AFA, lejos de amainar este problema, asignan aún más poder a las bandas.


La restricción a la entrada de los visitantes deja bajo el dominio de las barras el ingreso y el traslado de los hinchas que ya no pueden ir en forma “independiente” a la cancha, pues no se habilitan las boleterías visitantes. Detrás de cada partido hay miles y miles entradas de favor, traslados, cometas de los micros, y también las disputas correspondientes.


Los presidentes de los clubes buscan despegarse, y huir desesperadamente del dilema de cada domingo: “a quién arreglo y cómo reparto”. El reparto de las entradas ahora es una brasa caliente para cualquier directivo. “Es el momento de mi vida en el que menos barras conozco” (Aguilar a La Nación, 15/8). Lo de Aguilar es la confesión de un hombre que “está cagado de miedo”.


Este problema no es sólo de River. Boca no tiene “jefes claros”; Racing tampoco. Godoy Cruz y Central han entrado en un torbellino de reyertas internas que también tienen muertos, aunque no tan famosos como Acro. Todo se ha ido de las manos.


“Los Borrachos del Tablón”


Detrás de la interna de “Los Borrachos del Tablón”, además de las clásicas peleas por el poder, existen intereses económicos de otro género. “Los Borrachos del Tablón” es una banda “desclasada”. Los hermanos Schlenker son ellos mismos capitalistas menores y personeros de otros capitalistas.


La banda de River no son las simples “ONG del curro” que arman algunas barras para oficializar ingresos de rifas y filiales. Acá hay relaciones profundas con empresas que hacen la seguridad de los recitales, que comercializan las entradas, con empresas de combis y colectivos, no sólo para los partidos sino para toda la vida social del club; empresas de comercialización de las camisetas y el “merchandising”. En todo este andamiaje económico, que excede el propio negocio del fútbol, están metidos “Los Borrachos del Tablón”.


La antesala de la muerte de Gonzalo Acro es lo que se llamó “la batalla de los quinchos”, que puso de manifiesto que la banda tenía (y tiene) una fuerte injerencia oficial dentro del propio club. A Acro le pagaban oficialmente más de 6.000 pesos mensuales porque era una suerte de supervisor de todos los movimientos económicos con los asociados; incluso hizo entrar a trabajar a decenas de personas que son hombres de la banda. “Tuvo un crecimiento muy importante en cinco años como empleado del club. Era querido y apreciado, no solamente por sus jefes, sino también por los socios” (declaraciones de Aguilar a La Nación, 15/8).


Las declaraciones imperdibles de Aguilar sobre el meteórico ascenso de Acro son el reflejo del dominio y crecimiento económico de la barra dentro de las estructuras del club. River es un negocio increíble por la multiplicidad de especialidades del club que abarca y la disputa de decenas de torneos de los más variados deportes.


El espectáculo debe continuar


A dos meses de las elecciones presidenciales hay una razón de Estado para defender la imagen del gobierno. La suspensión del fútbol trae una conclusión inapelable: caída en las encuestas. A pesar de la descomposición reinante, Aníbal Fernández, por orden del Presidente, ha desembarcado la “caballería” y se ha transformado de la noche a la mañana en el jefe absoluto del fútbol. Prácticamente tiene intervenida a la AFA. Ahora es el gobierno quien decide directamente sobre el fútbol. El domingo suspendió Newell’s-River. Ahora se reunió directamente con Aguilar y decidió que debe jugarse el clásico del domingo contra San Lorenzo. El espectáculo debe continuar.


Si logran zafar hasta octubre sin nuevos muertos, luego se quedará De Vido con el negocio de la televisión, que es la que se lleva la parte del león de este fútbol en ruinas. “El cambio recién empieza”.