Sociedad

6/9/2007|1008

Fútbol: Los verdaderos hinchas visitantes no entran más

La peor medida de todas

De las innumerables medidas tomadas por los organismos que dirigen el fútbol para “erradicar” la violencia, la que se ha elegido –la restricción de la entrada del 50% de los hinchas visitantes– puede catalogarse claramente como la peor de todas.


La restricción será un factor explosivo en la medida en que el campeonato entre en su fase de definiciones. No hay que olvidar que la hasta ahora impune muerte del hincha de Tigre se produjo en la definición del descenso.


La medida del Coprosede deja a merced de las barras bravas el control absoluto de las entradas visitantes. La medida implica que desde ahora no se habilitarán las boleterías para los visitantes. A partir de esto, el verdadero hincha, el que paga la entrada al llegar a un estadio visitante, no entra más. El dominio sobre quién entra y quién no pasa a ser resorte exclusivo de la barra, que además hace negocios con el millonario curro de trasladar entre 2.000 a 3.000 personas para los viajes a los estadios. Este ejemplo se va a reproducir con todos los viajes de los visitantes a cualquier estadio del país. Conclusión: los visitantes van a ser menos pero cada vez más pesados. El asesinato, también impune, entre los barras de River es sólo el adelanto de lo que se viene.


Nadie “parece” estar de acuerdo con esta restricción, pero está en marcha. Con esta medida, el Coprosede –un organismo que se ha demostrado absolutamente inútil, cuyos integrantes deberían renunciar en masa y el organismo disolverse– favorece el espectacular negocio de millones de dólares a favor de la TV.


Al hincha común sólo le queda sentarse a mirar a su equipo por televisión. Pero ahí comienzan sus problemas. El fútbol pasó de ser “pasión de multitudes “a “privilegio de abonados”. No hay más fútbol en TV abierta. Todo el fútbol directo pasa a ser codificado. Cablevisión, cuyo abono es ya de 85 pesos, cobra además 25,80 por cada mes codificado, para lo cual también hay que comprar un decodificador que vale 99 pesos. Multicanal tiene costos similares y Direct TV, que tiene un abono de 99 pesos, cobra 18 pesos mensuales por los codificados, pero el valor del codificador se eleva a los 170 pesos.


Los grandes beneficiados en todo esto son la AFA y Torneos y Competencias, que tiene contrato hasta el 2014 por la exclusividad de la televisación directa. La injerencia de TyC en el fútbol es impresionante; es quien dirige verdaderamente el fútbol en la Argentina. Ubica para su televisación los partidos según cómo vaya la tabla, su programación es "a puertas cerradas con la AFA”, que sólo informa el fixture de los rivales de turno, pero es TyC la que define quién juega los viernes, los sábados y hasta los horarios televisados de primera y segunda hora los domingos.


Los ingresos de TyC son verdaderamente extraordinarios pues, además, tiene dos canales de cable y conexión con varias señales internacionales. Un formidable negocio adicional: al ser del Grupo Clarín, maneja "Fútbol de Primera" en Canal 13. A pesar de no ir en directo (se transmite a las 22 horas de cada domingo), el programa goza de cláusulas contractuales por las cuales ningún canal de aire ni de cable puede emitir imágenes de ningún gol de la fecha hasta la finalización de "Fútbol de Primera". Se ha llegado al absurdo de que hay transmisiones en directo… sólo de las hinchadas.


La medida es tan arbitraria que hay varios juicios en curso hasta con apelaciones a la Corte Suprema. Las llamativas críticas del ministro del Interior, Aníbal Fernández, a la medida del Coprosede, además de la demagogia habitual, indican que ya hace un tiempo le han echado el ojo a este fabuloso negocio y que posiblemente Grondona haya entrado en la cuenta regresiva de su demasiado largo mandato.


Aun cuando existan los cracks de siempre, los negociados están matando al fútbol y en general a todo el deporte en la Argentina, que ha entrado, como la salud o la educación, en una pendiente sin retorno. La caída imparable en las Olimpíadas y en los recientes Juegos Panamericanos, donde verdaderamente se observa si existen presupuestos para las realizaciones deportivas, ha arrojado a la Argentina al patio de atrás no ya del mundo sino de nuestro propio continente.